Doctor Livingstone, supongo

    28 dic 2024 / 09:25 H.
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    Pocos hombres encarnan el espíritu de la aventura como David Livingstone, el explorador escocés que desentrañó con valentía los misterios del África del siglo XIX. Médico, misionero y geógrafo, su obsesión no era solo descubrir rutas comerciales o cartografiar ríos como el mítico Zambeze, sino que también empleó mucho de su tiempo en luchar contra el azote de la esclavitud. De hecho, un mes después de su muerte en 1873, el gobierno de Zanzíbar prohibió la trata de esclavos. Desde sus incursiones en territorios desconocidos hasta su empeño por encontrar las fuentes del Nilo, Livingstone vivió una vida al límite, guiado por un sentido casi divino de justicia. Fue en las selvas de Ujiji, tras años de silencio, donde el periodista y aventurero sin escrúpulos Henry Stanley, la antítesis del humanitario y compasivo doctor, lo encontró en 1871, pronunciando la ya mítica frase: “El Doctor Livingstone, supongo”. Hombres como Livingstone nos recuerdan que la verdadera grandeza del ser humano no solo se mide por lo que conquistan o descubren, sino también por las cadenas que son capaces de romper, aunque el precio sea perderse en la selva del olvido histórico.



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