Discurso de un rey maniatado

    04 ene 2021 / 19:55 H.
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    Nunca el discurso navideño del Rey había generado tanta expectación, nunca había estado sometido a tantas y tan contradictorias presiones dentro del mismo Gobierno. Finalmente fue la crónica de un discurso anunciado, repleto de corrección, equidistancia, esperanza y buenos propósitos; el discurso de un rey en su papel, de un rey maniatado. Y siento cierta pena de que el Rey no tenga libertad de expresión y se vea ceñido a leer lo que los políticos al mando quieren que diga, hoy más que nunca. Pero intuyo que no es el discurso que él hubiera querido decir y, aunque lo comprendo, desde luego, no ha sido el discurso que yo hubiera querido oír, sobre todo en lo que más expectativas había que era en la alusión al rey emérito. No sé si lo he soñado, pero me hubiera gustado oír, con la misma llaneza con la que informalmente se expresaba don Juan Carlos, algo así: “Había quien tenía mucho interés en que me refiriera al rey emérito, a mi padre, y a ello voy: Soy Rey, pero soy hombre. No comulgo, ni soy responsable ni comparto muchas de sus prácticas, ya he renunciado a cualquier herencia suya, pero no ha matado a nadie. Hay quienes sí han matado y se les ha perdonado, incluso son recibidos en algunos sitios con honores; hay quienes han atentado contra la unidad de España y ya se está hablando de indultos, hay quienes abusando de sus cargos se han lucrado y ahí está la justicia que debe ser igual sin excepción para juzgar cada caso. Así pienso como Rey, pero no lo voy a juzgar porque no es mi misión. Y como hombre, consciente de las debilidades humanas, y como hijo, yo lo perdono. Es más, he dispuesto que venga para estar con su familia en Navidad, como él quería y como querían sus nietas que, a pesar de los pesares, es su abuelo y lo quieren. Así somos, tan humanos, tan débiles, tan fuertes, tan cambiantes como cualquier español. Y si por ello hubiera un clamor en toda España de que debo abdicar o renunciar a la corona, renuncio”. En fin, un sueño de película de Navidad imposible. Pero apostaría a que, de ser real, la monarquía habría salido reforzada, y que el clamor hubiera sido para exaltar la figura de un Rey independiente, recto, humano, comprensivo y más necesario que nunca.

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