Dios, Patria y Wall Street
Los sabinianos —no la escuela de jurisconsultos romanos, sino los seguidores de Sabino Arana— frente al poder armonizador oponían su lema “Dios, Patria, Rey y Fueros Viejos”; mal les fue en las guerras carlistas y ha tenido que ser la Constitución del consenso la que les mantenga aquellos privilegios forales. En Cataluña aún recuerdan en la Diada la “derrota de los Austrias” en la guerra de sucesión por el cambio de dinastía que, supuestamente, les impuso el “absolutismo borbónico”. Siglos después y en democracia, por la debilidad del Estado que les ha servido indultos y amnistías en un intento erróneo de “normalizar” la convivencia, ellos continúan porque no desean convivir como iguales, sino parasitar las arcas de la “patria común de todos los españoles”. Ellos también consiguieron sus viejos fueros en el derecho privado y las normas administrativas propias que manejan con desparpajo en detrimento de las generales; al Rey lo ningunean y zahieren como representante del “país opresor”; no tienen más patria que la suya, y ahora van directamente por la bolsa, el “cash”. Me lo ha recordado en una película clásica la frase de un embajador yanqui: “Dios, Patria y Wall Street”. Pues ni eso.