Digo Diego
Cuando se ven las cosas desde la distancia, entendemos todo, o la mayor parte de lo que en su momento nos dejó con algo medio cerrado. En todos ámbitos suele ser así. Y así ocurre con nuestra pseudopolítica, la imperante en España, esa que dejó de ser política para el ciudadano y se convirtió en un espectáculo más digno de un programa televisivo de prensa rosa, que de un congreso. No pienso opinar sobre si las cosas se hacen bien o mal, porque este no es el asunto de estas letras, sino de la falta de memoria de esas agrupaciones políticas que en cualquier momento se apoderan de la bandera. No hay más que tirar de hemeroteca para detectar que lo que hoy intenta el PSOE ya lo intentó en su momento el PP, pero da igual, los votantes de cada sección olvidan lo que en su momento hicieron o criticaron. Solo hay que escuchar las declaraciones del candidato de la gaviota afirmando que debe presidir quien más votos tiene, para fijarse en nuestro ayuntamiento, por ejemplo, donde se pactó y se dejó sin alcaldía al partido más votado. No hay que sopesar más que ver cómo nos roban, nos ningunean y nos sacuden para entender que la política murió, que hace tiempo, demasiado tiempo, que la ciudadanía es un cero a la izquierda y que el único derecho que nos queda, el del voto, es una parafernalia para callarnos las bocas.