Semana Santa

14 abr 2019 / 11:09 H.

No hay semana más importante para el cristianismo que la que hoy comenzamos, aunque para algunos sean unas merecidas vacaciones entre la navidad y el verano. No solo llama la atención la cantidad de pasos y misterios que recorren la geografía provincial y nacional que, entre el exordio floral, cera y bordados, al son de bandas innumerables que resuenan sin cesar, hacen su manifestación de fe la cantidad de pasiones vivientes que agolpan al pueblo para recordar el sufrimiento, la muerte y la resurrección del Hijo de Dios. Jesús rezaba en Getsemaní, que traducido del hebreo significa almazara de aceite, allí en medio de los olivos pasó Jesús muchas noches en oración, en soledad con Dios al que El llamaba Padre con total confianza y cariño. Esta semana no es otra más, es el tiempo propicio donde se funden el amor y el dolor, el pecado y la gracia, la muerte y la vida, la fidelidad y el miedo, es una semana que impregna la vida del creyente con un Dios tan débil que es capaz de soportar la injusticia, las mentiras, los azotes en silencio, valentía y generosidad. Acerquémonos al misterio santo para conseguir el verdadero amor y perdón de Dios sin distinción y sin cálculo alguno. Contemplar a Dios en la cruz sigue siendo algo que atrae nuestra mirada, no solo de los ojos sino del corazón porque solo ahí descubrimos el amor más grande con el que Él nos ha amado.