Dialogar o reprochar

Celebramos hoy el Día de la Constitución, “conjunto de reglas de convivencia, es decir, una forma de pacto político y social”. En ella se asientan las normas que rigen la sociedad de un país. Y para que haya una buena convivencia, el diálogo es fundamental, justo lo que no tenemos en este momento en España. Sin hacer un análisis pormenorizado ni comentarios superficiales, lo que se puede afirmar, por lo que veo y escucho, es que el diálogo brilla por su ausencia en nuestra clase política. Y cuando hablo de diálogo me refiero a que haya entendimiento, acuerdos, respeto, no se traspasen líneas rojas, se avancen en fructíferas relaciones, cuidar las formas, escuchar con los cinco sentidos, actitud de apertura, dispuestos a ceder, pedir perdón si es necesario, no imponer, no manipular y mucha empatía. Lo que observo es todo lo contrario, diálogos cargados de reproches, comparaciones odiosas, intentar dejar al otro en ridículo, posturas cada vez más encontradas y polarizadas. Y como yo, la inmensa mayoría de los ciudadanos perciben lo mismo, que con cierto aguante, resignación y cabreo seguimos trabajando cada día. El buscar entre todos el bien común, cada uno desde su pensamiento, no existe. El construir juntos no se contempla, solo cabe demonizar y derrotar al adversario para imponer mi ideología. Y ante semejante espectáculo que cada día contemplamos en los medios de comunicación, cómo los padres les podemos transmitir a los hijos que el diálogo es fundamental para resolver y avanzar; cómo los educadores pueden defender que hablar desde la sinceridad es una herramienta eficaz para salvar conflictos; cómo nuestros jóvenes, que heredarán la responsabilidad de respetar la Constitución, van a interiorizar que la palabra sincera, educada y respetuosa, es camino correcto para la buena convivencia. Hoy vamos a escuchar y leer numerosos elogios a nuestra Carta Magna, ojalá que nuestros comportamientos, pensamientos y reflexiones sean reflejo del buen diálogo y entendimiento. Solo así construiremos una sociedad mejor en la que la buena convivencia sea una realidad.