Honra a mamá

Mi querido lector. Estoy convencido de que Dios hizo a la madre para que hubiera orden en el mundo. Sí, orden. Partamos de la base de que la relación entre nuestra madre y nosotros es la más pura de la creación toda. Es evidente que su amor es único y desinteresado, porque una madre tiene para su hijo/a paciencia como nadie, servicio incansable, no le cabe la envidia, ni el orgullo, ni la grosería, ni el egoísmo, ni la mentira, no le lleva cuentas de lo malo y siente como propia cualquier injusticia que reciba. Y nada más que por eso, creo que deberíamos honrarla en todo momento, porque en honrarla está nuestro deber de reciprocidad para con ella. Pero es que, además, démonos cuenta de que cada una de las cosas que hacemos en nuestra vida a la vista de los demás, repercute en nuestra madre, sencillamente porque nuestros comportamientos, buenos o malos, la honran o la deshonran porque es ella (junto a nuestro padre) quien nos han educado y es nuestro tronco sanguíneo. Por eso, si a nuestra madre le debemos todo lo que nos da; ¡niños! ¡jóvenes!, permítanme ¡mayores! ¡no hagamos nunca nada que pueda deshonrar o avergonzar a nuestra madre! Y tengámosla siempre presente, viva o muerta.