Detener al socio
Por histriónico, por disparatado, por no sentir el más mínimo rubor ante el descarado insulto a la inteligencia de los españoles la puesta en escena con escenario incluido, anuncio de venida, hora y sitio de su alocución a la escasa urbe independentista y su desaparición postrera televisada y controlada por seiscientos efectivos de los Mossos d’Esquadra y el despliegue, o eso dice Fernando Grande-Marlaska, de Policía y Guardia civil en puntos fronterizos consumó el día de la investidura de Salvador Illa el mayor esperpento pactado y convenido entre los responsables políticos de Cataluña y de Madrid, empeñados los primeros en seguir su ruta hacia la independencia y los segundos a conservar al socio fugado que preso rompería la baraja y huido aporta siete votos cruciales para que el Gobierno no caiga. Y mientras ese vodevil se va consumiendo en el olvido una parte del continente africano se muda a las Islas Canarias, no de vacaciones, y aparece de nuevo eso de la financiación singular para Cataluña que traerá cola. La estación otoñal será la antesala de un largo y conflictivo periodo invernal.