Vaciada, que no vacía

    08 abr 2024 / 09:06 H.
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    Pensamos en la “España vacía” como algo lejano, acaso algo que ocurre en Castilla la Vieja, en algunas partes de Aragón. Pero la verdad es que Jaén es uno de esos sitios que pierde población de una manera alarmante, y donde la preocupación no ocupa, ni a los políticos, ni a los grupos sociales, ni a los sectores económicos más necesitados de mano de obra, véase el olivar. Tradicionalmente se habían utilizado múltiples maneras de fijar a la gente al territorio, el PER fue eso, las ayudas al olivar, la creación de pueblos enteros donde se “regalaba” la vivienda o el tener a la población en un estado de ignorancia importante. Pero el mundo cambia, el olivar no requiere familias, sino una mano de obra estacional y mucha mecanización. Por otro lado, no hay buenas infraestructuras y pequeños y grandes municipios, por bellos que nos parezcan, no dejan de ser sitios lejanos, mal comunicados, con una población muy envejecida y donde la industria y las oportunidades brillan por su ausencia. Seguramente, todo esto tiene poca o ninguna solución. Pero lo digo con rabia y dolor, no somos la “España vacía”, sino aquella que han vaciado de ilusiones, trabajo y orgullo. Por eso es tan importante reclamar una economía moral, que nos devuelva todo aquello que se va fuera: el trabajo, el aceite y, ante todo, a nuestros jóvenes, sin ellos no somos nada.

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