Depende. ¿De qué depende?
Decía el desaparecido Pau, de Jarabe de Palo que: “De según como se mire, todo depende. Que con el paso del tiempo el vino se hace bueno, que todo lo que sube, baja. De abajo arriba y de arriba abajo”. Qué bonito es el amor, más que nunca en primavera. Que mañana sale el sol. Depende.
El miedo y la incertidumbre causada por la certidumbre del “Cambio Climático”, ha llegado para quedarse.
Los negacionistas de todo tratan de tumbar todas y cada unas de las medidas que adoptan los Estados que se lo creen y que trabajan para la salud del Planeta Tierra, para paliar y evitar en parte desastres naturales, como los que ya estamos sufriendo .
Esta terrible Dana, que ha asolado tierras y costas bañadas por nuestro mar, es la punta del iceberg a la española, que muestra su cara más terrible. Son muchos los detractores de las políticas verdes, de las medioambientales, de la ecología, de la contención de la producción altamente contaminante, y sobre todo, son muchos los que se agarran a lo de “de toda la vida ha habido riadas; incendios; volcanes, que siempre ha hecho mucho frío en invierno, y mucho calor en verano”. Pues ya está. Viva la simplicidad, y viva el populismo.
Explicado así ya lo entiende todo el mundo. Por añadir algo corriente y vulgar, pero muy constatable, cada verano en las costas del mar Mediterráneo hemos tenido como conversación cotidiana “lo caliente que está el agua del mar”, sin ver en ello nada peligroso, a pesar de los datos de los científicos y de los estudiosos del medio ambiente.
No entro en la gestión del desastre, que hay mucho dolor, muchas víctimas y sobre todo mucho sufrimiento en general por tantas pérdidas de vida. Hay que dejar claro que lo que sucede en Valencia y en España, debemos de saber enfocarlo en Valencia y en España, y que cálculos políticos mezquinos no nos lleven a falsearlos en Europa. Tenemos que perfeccionar el sistema de alertas, quisiera enterarme de si eran buenos los planes de emergencia, pero tal vez el momento adecuado sea cuando las ayudas y la reconstrucción estén en marcha.
Por simplificar yo también: me sumo a los del “No hay que echar leña al fuego”, aunque sí soy de las que piensan que el populismo es la manera que tiene el poder económico para mover auténticas masas. Es poderoso y manejable, va destinado a las masas y por lo tanto el mensaje es sencillo, aunque perverso, claro, aunque elemental y concreto por que sólo tiene un fin: dividir a una sociedad cada vez peor informada, harta y confusa.
Atrás quedan los mensajes que necesiten de demasiado análisis, en el olvido queda el proyecto de una sociedad justa e igualitaria, en el camino se queda el proyecto para conseguir un Planeta mejor.
La relatividad en este caso no sirve, porque las cosas no son del color del cristal con que se mira: La desigualdad es desigualdad, el dolor es dolor y la destrucción no es otra cosa que pena, dolor y rabia.
La reconstrucción no es una medalla, sino la obligación de los Poderes y Administraciones Públicas para hacer posible la vida en los lugares afectados. Las políticas de prevención, todas, deberían ser el objetivo final de todos.