Democracia insuficiente

    18 sep 2020 / 16:20 H.
    Ver comentarios

    A más de un político aspirante a cargo público habría que recordarle lo que es la incompetencia y la corrupción a la hora de organizar las sociedades, especialmente de los estados y concretamente de su gobernanza. Es fácil echar un vistazo hacia atrás y ver cómo los españoles no hemos podido tener la clase política que nos merecíamos. Por poner varios ejemplos de clase política incompetente y corrupta en nuestra historia reciente podemos afirmar, sin lugar a dudas, que los últimos años del PP con la Gürtel, al igual que dictaduras como la de Primo Rivera o Franco han sido con diferencia los tres periodos donde la corrupción política alcanzó su mayor magnitud. La corrupción en estas dictaduras lo inundó todo. La de Primo no fue especialmente represiva como la de Franco, pero ambas fueron increíblemente corruptas. Lo que no deja de ser también sorprendente es que el tema de las amarguras y divisiones de los españoles está más candente que nunca en un momento económico tan delicado en el que todos andamos tan preocupados por llegar a fin de mes por la crisis económica y sanitaria. La desmemoria cumple en nuestro país la función de seguir empoderando a las derechas. Dicen que vivimos en una democracia avanzada, pero seguimos viviendo en un país donde con toda normalidad los ciudadanos aceptamos que la anterior portavoz del partido mayoritario de derechas acuse de criminal a una persona que luchó en contra de una dictadura fascista. Vivimos en un país donde su Estado democrático no hace nada por recuperar cien mil desaparecidos políticos, algo que nos coloca como el país del mundo con más desaparecidos políticos después de Camboya.

    Nuestra Transición en sus primeros años fue un pequeño milagro que nos mostró una clase política que llegó a pensar en hacer algo bueno para un futuro mejor, como en los dos primeros años de la Segunda República. Pensaron más en el país, en los intereses nacionales, que en sus intereses partidistas o personales. Pero nuestra desmemoria, que muestra sobre todo el gran desconocimiento de nuestra historia reciente por parte de los más jóvenes, es consecuencia de cuarenta años de control sobre los medios de comunicación y sobre la educación en un régimen de terror que creó una masa de gente que pensaba que sus líderes habían salvado a España.

    La desmemoria histórica es uno de los indicadores del desequilibrio de fuerzas que existió al configurarse la transición de la dictadura a la democracia. La enorme injusticia que encierra el desconocimiento de la historia real de nuestro país también fue promovida más tarde por las que fueron las dos fuerzas políticas mayoritarias: primero por el PP y en menor grado por el PSOE. Todo esto se refleja en la reproducción y difusión de enormes falsedades repetidas durante ambos periodos en el discurso oficial del Estado español sobre nuestra historia reciente. Y a todo esto se le añade el profundo sesgo conservador del aparato jurídico de este Estado que ha velado por el mantenimiento del orden establecido reduciendo en la medida que ha podido los elementos progresistas conquistados en nuestra democracia con su ultraconservadora interpretación de la Constitución. Derechos sociales tan importantes como el acceso a la sanidad o la educación, entre otros, no fueron definidos como derechos fundamentales, por poner un par de ejemplos de las consecuencias de ese sesgo conservador. Pero insisto, el elemento fundamental que ha posibilitado el continuismo ha sido la desmemoria histórica, la pervivencia de una historia falseada y, ciertamente, sesgada de nuestro país.

    Todo lo dicho más arriba junto con el desequilibrio de fuerzas y el dominio de los aparatos del Estado por parte de aquellos que controlaban la dictadura nos ha dejado una democracia insuficiente y con grandes limitaciones además del enorme subdesarrollo social y político en el que vivimos. Hay una interminable lista de indicadores de ese subdesarrollo: escasa diversidad ideológica en los medios, bajo gasto público social en vivienda, en ayudas a las familias, en sanidad, en escuelas de infancia, en educación...

    Articulistas