Delirio con arañas

    21 ene 2023 / 16:00 H.
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    Tantos amigos y tantas risas no conseguían que su corazón le dejara de gritar. —¡Estas solo, Ramón! Bebió largamente con furia. Sentado junto a la chimenea, esperaba el efecto mirando las telarañas de la ventana. Siempre estaban allí. Las miraba despacio, con delicadeza para no molestar a sus amigas las arañas. Las arañas no se burlaban de él, ni lo atenazaban por las noches. Por fin, vino el efecto. Estás vivo Ramón. Todavía estás vivo... desgraciadamente. Varios hombres entraron con la cara desconcertada. ¿Qué ha pasado, Ramón? Y Ramón no dijo nada. Empezaba a recordar sus traspiés en la oscuridad y sus gritos de terror huyendo de los monstruos. Tiene sangre en la camisa y en la cara y está blanco como la nieve. Hay que llevarlo al Centro de Salud. Ramón se dio cuenta de que se lo iban a llevar y no podría hacer nada. Tenía la sensación de que nunca volvería a aquella habitación. Comenzó a gritar de nuevo ¡No las quitéis! ¡Son mías! ¡Son mis amigas!..- Ramón, llevas una hora gritando lo mismo. No tengas miedo. Te llevaremos a un lugar mejor - ¿Mejor que aquí...?. Ramón sabía que le llevarían al manicomio, pero se hizo el loco y no dijo nada. Al salir volvió la cabeza y con lágrimas en los ojos dijo: Diles que no quiten las telarañas. Y guárdame el bote de los dineros. Son para mí entierro. —No te
    preocupes. Cuando vuelvas estarán aquí tus telarañas y tus dineros.

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