Del placer y la música

    03 ene 2020 / 08:51 H.
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    Hace unos días disfrutaba leyendo en estas páginas un artículo de mi paisano Gaspar Sánchez en el que hacía un elogio de la lectura y nos invitaba a transitar con más frecuencia ese camino tan placentero que se inicia cada vez que abrimos las páginas de un libro. Desde muy niño comencé a leer todo aquello que caía en mis manos, primero los tebeos, luego las novelas del oeste y las escasas revistas que llegaban a un pueblo casi aislado allá por los años cincuenta del pasado siglo, para pasar más tarde a leer libros de poesía y relatos, entre ellos el Romancero y demás clásicos que nos aconsejaba nuestro profesor de Literatura en el colegio donde cursé el Bachillerato. Recuerdo ahora que, gracias a Lucas, una persona mayor autodidacta de mi entorno, lector empedernido cuya amistad aún conservo, leí algunas obras de Federico García Lorca y Antonio Machado, y con estas lecturas comenzó mi pasión por los libros y la literatura en general. En aquellos años íbamos de vez en cuando al cine, donde veíamos el omnipresente NODO que ya pocos recuerdan, y como distracción adicional y también como fuente de información, escuchábamos la radio y con discreción comentábamos las noticias oficiales e incluso aquellas que nos llegaban a través de Radio Pirenaica, y eso era todo lo que se podía hacer hasta que de pronto llegó la televisión y cambiaron las costumbres y la cultura de esta sociedad. No voy a hacer una crítica de la televisión y sus perniciosos efectos sobre la generación que comenzó a crecer en los años sesenta del pasado siglo. Queda esto lejos de mi intención de hoy que es incidir en el elogio de la lectura y de otro arte, la música, que comenzó siendo placer exclusivo de los más poderosos y que hoy en día, no en directo pero sí grabada, está ahí al alcance de casi todos gracias a la tecnología.

    En ese noble arte de la música también me inicié gracias a un amigo de mi pueblo que por aquella época era seminarista y muy aficionado a ella. Recuerdo que siendo mozalbetes escuchábamos juntos el concierto que solía ofrecer televisión española por las mañanas en los fines de semana. Y luego ya en la universidad asistí por vez primera a un concierto en directo en el Teatro Real de Madrid. Tengo muchos amigos melómanos y disfruto cada vez que puedo conversar con ellos y comentar sobre música y músicos, pero sobre todo soy aficionado a escucharla y suelo leer o escribir mientras escucho música. He de decir que en este preciso instante suena en mi despacho el Andante del Concierto para Piano y Orquesta número 21 en do mayor de Mozart. Puedo afirmar sin ningún género de duda que esa reposada mezcla de libro y música es uno de los mayores placeres que se pueden disfrutar en los ratos de ocio y animo a todos aquellos que puedan hacerlo a iniciarse en este camino dual tan grato y relajante. La música es el complemento ideal al silencio del libro, al rumor de las palabras escritas que hacen germinar en la mente ideas y sentimientos capaces de transformar estados anímicos de baja autoestima o tristeza en otros más gratificantes y felices. La música estimula la mente y es fuente profunda e inagotable donde brotan ideas siempre bellas y plenas. Y hablando de belleza, de ideas alegres, de días de fiesta recién gozados en familia, ahora que comienza un nuevo año y todo está por iniciarse, quizás sería posible hacer borrón y abandonar para siempre aquello tan pesado que nos aqueja y que tanto tiempo llevamos cargando en la mochila de la vida y emprender un nuevo camino en el que nos encontremos todos en paz y alegría; dejémonos llevar en la vida como nos sugiere esa música que compuso un genio llamado Mozart, que ahora abandona la leve tristeza del andante para iniciar el último movimiento, ese “allegro vivace”, ese rondó en el que piano y orquesta hablan y se responden una y otra vez compartiendo temas, ideas, sonidos que son música que nos habla y nos ofrece nueva vida para este año nuevo que ahora comienza y que gracias a Dios tenemos la oportunidad de hacer que sea fructífero y más justo para todos. Hoy quiero, una vez más, dar gracias a la música que me ha inspirado este artículo y me ha servido de agradable compañía mientras lo escribía. Feliz año nuevo a todos.

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