Dejen morir en libertad

    20 dic 2020 / 16:01 H.
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    El año 2019 se despidió dejando un atípico embarazo al 2020, que más que un parto trajo la primera ola, la segunda ola... que ha dispersado de Norte a Sur, de Este a Oeste creacionistas y negacionistas en la covid. La fiesta de lo absurdo no tiene límites. No existe unanimidad de criterios que armen de coherencia las medidas adoptadas por los distintos gobiernos para derrotar al virus. Con la excepción de una coincidencia, que todos lanzan recomendaciones que acaban convirtiéndose en órdenes que a unos les gustará, a otros dejará indiferente y otros se cabrearan hasta revelarse: Lávate las manos. Uso de mascarilla. Distancia de seguridad. Confínate. Prohibidas las reuniones con más de seis personas. Para saludar no abraces, no beses, no des la mano. Negocios cerrados. Toque de queda... Frases que han copado la vida humana global y han cambiado radicalmente dicha vida. Teorías hechas hechos que no han funcionado pero sí han configurado un gran paradigma que está haciendo tambalear el sistema, que están cuestionando a la propia ciencia, llegando a niveles que arrastran la pérdida de confianza en la propia ciencia hacedora y divulgadora de las frases reseñadas. La fiesta del resentimiento va a estallar. Y lo saben. En pocos meses la restricción de las libertades y derechos coartados ha estallado sin control y, sin poderlo justificar, no se ha conseguido nada. El virus sigue contagiando con plena libertad, sin perder sus libertades y derechos. Sigue arrasando. Las fiestas secretas y botellones (entre otras), que tanto dolor de cabeza y de alma están generando, perderán el componente de inmundicia con la covid porque la utilización ignominiosa que el sistema están haciendo de esta se ha convertido en pecado social. Es duro. No se pueden negar los enfermos o fallecidos de covid o con covid (total recuperación para los unos y que descansen en paz los otros), los hospitalizados, en plena soledad y lejos de sus seres queridos, con la única compañía de sus ángeles de la salud (los sanitarios). Quienes gobiernan el mundo lo hacen desde el contrato innominado que les otorga el poder económico que ostentan, despreciando la libertad de los demás. Gobernantes: vivir es, también, preservar la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que cada cual es responsable de sus actos. Ante la presencia activa de la muerte de covid o con covid. Dejen morir en libertad. ¡Sí! Ya que cuando la muerte llega a la persona (ser), y este se encuentra desarmado e indefenso ante ella sin poder hacer nada para evitarla, simplemente, mirando a los ojos, aún abiertos, de ese ser que se va; se descubre, desde un punzante y profundo sentimiento, la insignificancia de las personas que puramente son una minúscula parte más de la diversidad de esta vida mundana. En donde tanto los virus como el dinero, también forman parte de la diversidad.

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