Dejar huella, hacer camino

15 abr 2018 / 10:46 H.

Hollar el camino que cada uno emprende, pisar fuerte, con el ánimo dispuesto a ver más allá de los horizontes conocidos, más allá de los paisajes impuestos, romper aquellos muros y fronteras que impidan la singularidad que cada uno como ser humano tiene, multiplicarse para comprender todo lo que está dividido, dejar humilde y honrosa huella, aunque llevemos muletas, aunque arrastremos una silla de ruedas. Pisar, rodar o cojear fuerte, sin temor a volver sobre nuestros pasos, si el sendero, la vereda, la ruta o el rumbo son los equivocados. No debería importarnos tropezar a la vuelta en la misma piedra, si nos proponemos alguna vez apartarla del camino.

La obstinación, el orgullo, la soberbia y la prepotencia son malos consejeros para el caminante. Nuestra ofuscación y muchas banalidades que oxidan el mecanismo de la brújula nos pueden llevar al precipicio, al abismo. Para nuestra alegría, sabemos que el pozo sin fondo no existe, es tan sólo una expresión, pero para nuestro pesar, los laberintos, las encrucijadas y las hondonadas si aparecen con toda su complejidad y crudeza en los periplos de cualquier ser humano viviendo, andando, siendo. El hilo de Ariadna para salir del laberinto, el mapa para resolver la encrucijada y el cayado para sortear la hondonada, pienso que los tenemos atesorados en la cultura: La educación sin discriminación, el arte sin especulación, el deporte sin mercaderías, etcétera. Bonito ¿verdad? Yo quiero creérmelo, aunque sea la huella, el vestigio que deja una pisada de hombre ingenuo. El poder ciego y corrosivo, y el dinero en manos del salteador de caminos, de nuestros caminos, son la oscuridad de nuestro andar, de nuestros pasos. Afortunadamente para nosotros y para nuestros dioses, no somos el camino, la verdad y la vida. En todo caso, hacemos el camino, la vida es un milagro que aún no acabamos de entender y, las verdades tienen tanta relatividad y variedad como los sentimientos y pensamientos del humano que camina. La exposición “Hacer camino” que se puede contemplar estos días en el Museo Provincial de Jaén, me han llevado a adentrarme por estos vericuetos, que si son intrincados, no es menos cierto que invitan a la reflexión, y al encuentro de algunas realidades que siempre hay que sopesar. Vidas en sus caminos, paso a paso, vestigios, andaduras del corazón, tropiezos, horizontes inefables y el férreo afán de seguir hacia adelante. Y justo en la sala contigua, los íberos, los griegos, los romanos, los musulmanes, que dejaron también su rastro, su significativa e importante presencia, recogida ahora en vitrinas, como un tesoro para contemplar. Ayer y ahora, todos hacemos el camino, siempre intentando dejar huella, para los rastreadores del mañana.