Defensor de los ríos
Soy Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como. Me autoproclamo, modestia aparte defensor a ultranza de nuestros ríos, que ayer andaban por su propio pie y hoy necesitan muletas hasta llegar al mar, si es que llegan, pues con el cambio climático lo veo imposible. Sé que mi minuta de honorarios va a ser escasa, pero arrostro esta misión imposible de ayudar a estas corrientes que nacieron libres en la alta montaña y hoy su salud está en entredicho, pues no los cuidamos como se merecen. Nuestro río Guadalbullón, o sea río de la Plata se está muriendo a chorros, su mugre y porquería es total, pues tiramos al agua todo lo que nos sobra, como puede ser una lavadora vieja, un colchón desvencijado, una silla que si te sientas en ella das de bruces en el suelo, muebles inservibles y otras prendas que nos delatan como agresores impertérritos de nuestra maldad congénita y mal llamada condición humana. Es una alegría plena visitar el río Cuadros de Bedmar, adornado por un inmenso adelfar cuyas flores tóxicas nos recrean el ventanal de nuestra mirada. Ya se sabe que la cultura árabe aportó interesantes elementos lingüísticos relacionados con los ríos como ejemplos pondré el Guadalquivir, que significa Río Grande; Guarromán, río de los Granados y un largo y explicativo, etc.