Deber cumplido

16 dic 2015 / 09:21 H.

Hace dos días ya les hablaba de que la jubilación laboral llegará a ser un privilegio que sólo podrán alcanzar muy pocos españoles en el futuro. No voy a incidir en esta penosa realidad que amenaza a los que aún trabajan en este país. Mientras, hay gentes que se siguen jubilando, unos en silencio y otros con más repercusión mediática, por su trayectoria, sus cargos o su labor personal. Por ejemplo, la jubilación reciente de José Miguel de la Torre ha merecido la atención de los medios de comunicación que han sabido reconocer los méritos de este hombre, especialmente durante los últimos años como jefe del Servicio de Bomberos de Jaén.

José Miguel de la Torre, nacido en Martos, es aparejador y prestó servicios como tal, durante 30 años, en el Ayuntamiento de Jaén. Fue el primer gerente de la agencia pública de aparcamientos Epassa, de donde pasó a desempeñar la jefatura del Servicio de Bomberos, que acaba de dejar. José Miguel de la Torre fue también, durante 12 años, presidente del Colegio de Aparejadores y vocal en el Consejo Andaluz de Colegios de Aparejadores. Una vida laboral limpia y eficaz en la que dejó huella por su entrega entusiasta y fructífera, que ha concluido con la satisfacción del deber cumplido, como demuestran los homenajes que ha recibido de superiores, compañeros y amigos en estos últimos días. Una forma encomiable de llegar a la jubilación. Ha empezado un nuevo tiempo para José Miguel, a quien le espera un amplio y sugerente futuro gozando de sus aficiones más apasionantes, como es jugar al golf y, otra que aporta más ilusiones anímicas, como es la de pintar acuarelas, arte en el que ha demostrado gran creatividad.

De la práctica del arte nunca se jubila nadie, no existe legislación que ponga freno a la expresión artística en ninguna de sus facetas. Ya se sabe que el arte es expresión del alma y el alma no se jubila jamás. Seguro que José Miguel cogerá los pinceles con más serenidad y convicción que nunca, lejos ya de sus preocupaciones laborales. Y compartirá este tiempo libre, con placer, sin prisas, con su esposa, María José, y sus tres hijos, José Miguel, Carlos y Álvaro. Llegar a la jubilación en plenas facultades físicas y mentales es una bendición si se sabe plantear el camino de esa nueva vida en que uno es ya dueño de todo su tiempo.