De tradiciones a modas

    06 nov 2020 / 16:11 H.
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    En todos los pueblos cada año hay fechas muy señaladas en las que se repiten tradiciones heredadas de nuestros mayores, costumbres que forman parte de nuestra manera de ser y de pensar y efemérides que conforman nuestra cultura. Esas tradiciones suelen estar basadas unas veces en sentimientos y creencias y otras en hechos naturales. Hoy hablaremos de costumbres que se han puesto de moda en los últimos años. En primer lugar, constatamos que de un tiempo a esta parte se ha producido la desculturización de nuestra sociedad, propiciada por la generalización de costumbres extrañas difundidas por la televisión; estos hábitos exóticos se imponen por el escaso o nulo interés de todos en conservar aquello que habíamos sabido construir y transmitir a lo largo de los siglos, o sea, nuestras tradiciones.

    Una prueba evidente de esto que antecede es la eclosión en solo unos pocos años de ese fenómeno paranormal que es la celebración de la fiesta de Halloween en estos lares donde por estas mismas fechas, no hace ni media generación, se celebraba la fiesta de Todos los Santos recordando a nuestros antepasados que nos dieron la vida y las costumbres que ahora colonizados por una cultura foránea no sabemos respetar ni valorar. Sería bastante más adecuado tener menos trucos y tratos, brujas y ‘semivivientes del Averno’ que nunca fueron conocidos aquí, para volver a las castañas asadas, gachas dulces con tostones y ramos de flores en recuerdo de nuestros mayores. Esta horrenda costumbre de Halloween puede estar bien en Ohio y alrededores, nunca en Jaén y provincia. En segundo lugar, es casi una norma general entre la mayor parte de las personas comer los frutos que nos ofrece la naturaleza cuando han madurado. A nadie en su sano juicio se le ocurre consumir las uvas cuando todavía son agrazones y mucho menos intentar hacer vino de ellas. ¿Quién ha comido alguna vez una sandía con la pulpa blanca? Y ustedes ¿qué dirían de aquel cocinero que hiciese un gazpacho con tomates verdes y se ufanase de ello asegurando que tiene un sabor muy especial? No, no es acertado consumir los frutos o los zumos que de ellos se obtienen cuando todavía están verdes. Al menos así se ha considerado a lo largo de la historia de los hombres.

    Sin embargo, desde hace ya algunos años se ha puesto de moda hablar mucho y bien del aceite verde y han surgido expertos en el arte de la cata del aceite virgen extra de cosecha temprana, o sea el tipo de aceite que antaño solo se obtenía de las aceitunas que ya habían enverado y estaban en sazón, cosa que en nuestra tierra sucede a partir de primeros de diciembre, que es cuando tradicionalmente se iniciaba la recogida de la aceituna. Pues bien, la novedosa costumbre de tomar aceite verde, que en mi modesta opinión en modo alguno es el que mejor sabor y aroma nos ofrece al paladar, se ha extendido gracias a la labor de algunos avispados que están consiguiendo darlo a conocer y comercializarlo de manera muy inteligente. Ese aceite, al que se califica de afrutado porque sabe a aceitunas recién machacadas, cada día que pasa es más apreciado y valorado en el mercado, de tal modo que este extraño éxito ha cambiado de forma radical todo el proceso de producción de ese bien que tiene un peso fundamental en la economía de la provincia de Jaén, y ahora, ya en el mes de octubre se puede ver en los campos el ajetreo que conlleva el trabajo de recolección de la aceituna. Es una nueva forma de entender este negocio y por interés de todos deberíamos hacer cada vez más y mejor marketing del aceite extra temprano, aunque tampoco hay que olvidar el refrán que dice “el que coge aceitunas antes de enero, deja el aceite en el madero”, pues como es bien sabido, si la aceituna no ha llegado a su punto óptimo de maduración, se pierde un porcentaje muy elevado de grasa molturando la misma cantidad de aceituna, y como consecuencia inevitable puede irse a la basura parte del valor añadido que se obtiene comercializando a mejor precio el aceite obtenido con la recogida temprana. En este caso no estoy ni a favor ni en contra, pero habrá que lograr el equilibrio correcto en las dos variables de esta ecuación, o sea, mantener la alta calidad del Aove y mejorar la cantidad que se produce dejando madurar la aceituna hasta su punto óptimo. Por último, recordar la nueva e inevitable costumbre: Hay que llevar la mascarilla.

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