¿De quién es el agua?

La “pertinaz” sequía que padecemos pese a las recientes lluvias mantiene el interés en la reflexión sobre el agua, un recurso público necesario para todos y debía estar sustraída del debate político; por desgracia no es así y genera pugnas entre regiones y comarcas; fue paradigma de ello la desaparición del Plan Hidrológico Nacional a manos de los nacionalistas y se pierden en el mar grandes caudales del Ebro que podrían fertilizar el suroeste de la Península; otro tanto ocurre con el trasvase Tajo-Segura en constante polémica interregional. El Guadalquivir que brota de las entrañas de nuestras sierras no riega por igual todas las márgenes de su cauce; en verano sorprende cruzar el puente de Andújar en plena canícula y contemplar el río crecido por los desembalses, en tanto fincas y olivares de aquí las ven pasar con los riegos restringidos, mientras los cultivos de la baja Andalucía (Córdoba y Sevilla), en cambio, reciben las mismas aguas que cruzan sigilosas la mustia campiña jiennense. El agua, recurso natural, es del río, de todas sus riberas —de principio a fin— y no debe ser distribuida arbitrariamente por un organismo de cuenca, político no técnico, que la reparte a su albur.