De mitos y de ritos

31 mar 2022 / 16:27 H.
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A los que aún piensan que esto de los toros se acaba hay que decirles que una de dos, o no ven bien o no quieren ver. Pero por si alguno quiere abrir los ojos y la mente a lo que es una realidad incuestionable podemos invitarle a visitar esta provincia que empieza fuerte su intensa y diversa temporada taurina. Y no nos referimos a la noticia, la gran noticia, de la vuelta del mito viviente del toreo llamado José Tomás, que está logrando que en el mundo entero se hable de Jaén como sede de un acontecimiento artístico y social que trasciende sobremanera al ámbito taurino. Para eso quedan más de dos meses, aunque el anuncio de tan especial evento está teniendo ya unos efectos impresionantes. No hablamos ahora de mitos, sino de ritos. De un rito ancestral y milenario que después de dos años vuelve con más fuerza si cabe a Beas de Segura y Arroyo del Ojanco en cuyas calles —y en dos o tres días— se van a correr enmaromadas más de doscientas reses bravas. Estamos hablando, sin sumar las vacas o los novillos, del equivalente a quince o veinte corridas de toros de impresionante trapío y variados encastes. Y es que, acabada la Semana Santa, que también ha estado escondida en la pandemia, vuelve San Marcos, una de las fiestas de toros más importantes de España —si no la que más— tanto si nos referimos a la antigüedad de su celebración, a la cantidad y variedad de reses bravas que se sueltan, al impacto turístico y socioeconómico o a su impresionante valor antropológico y cultural. Y curiosamente, con ellas, llega también la salvación o el alivio de muchas ganaderías de toros bravos que —antes incluso de la pandemia— veían ya en estas celebraciones la única forma de perpetuar sus camadas. No deja de ser una paradoja sanmarquera que importantes ganaderos que forzaron la obligatoriedad reglamentaria del sacrificio de las reses tradicionales de esta fiesta, sean hoy beneficiarios del auge incuestionable de la misma. Los datos están ahí y conviene que se conozcan porque por sí solos explican muchas cosas. En Andalucía (año 2018), de 645 festejos taurinos 72 fueron corridas de toros y 394 festejos tradicionales. Se lidiaron 2.940 reses bravas, de las que 443 lo hicieron en corridas y 1914 en festejos populares. En la provincia de Jaén, de 211 festejos 9 son corridas (56 toros) y 165 populares (682 toros o reses varias). En total 917 reses bravas participan y se sacrifican al año en Jaén, lo que supone la tercera parte del total de Andalucía. Pero hay más. El número de corridas de toros celebradas en Andalucía en los últimos diez años ha descendido más de la mitad, mientras que los festejos populares o tradicionales prácticamente se mantuvieron, pero aumentando considerablemente el número de reses participantes. A la vista de estos datos merece la pena reflexionar y darle a cada manifestación taurina —que todas son la Fiesta de los Toros— el mérito que le corresponde. ¿Está de verdad la Fiesta de los toros en crisis? ¿O es parte del negocio taurino la que no acaba de coger el paso? Las ganas de toros en la calle y en la plaza son evidentes en la provincia. Por algo será. Después de esta pandemia necesitamos emociones, tanto personales como colectivas. Y es la participación popular lo que da el carácter de fiesta al rito, tanto como la impasible verdad ante el peligro lo que hace adorable al mito.

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