De los santos se trata

    07 nov 2021 / 14:13 H.
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    Puede que no se trate de elegir. Pero cuando llega 31 de octubre y llevamos días borrachos de calaveras y calabazas terroríficas, a mí se me pone el alma encendida. Se me viene el ajetreo de las flores, de las madres y las abuelas decididas y ufanas con los arreos de arreglar las lápidas, las idas y venidas al cementerio, el entusiasmo porque es festivo y no hay colegio, el olor a castañas asadas, las gachas, los buñuelos que te llenan de azúcar los dedos y la memoria... Y a la caída de la tarde, las historias de misterio que se repiten cada año, la lucha entre el miedo y la devoción, las velas encendidas y la sombras alargadas de los cipreses que lo inundan todo. Los Santos forma parte de nuestra esencia. Nos explica como pueblo que cree, que protege la memoria de sus ancestros y lo demuestra en esta fiesta llena de cosas nuestras. Y aunque no haya disfraces, ni sangre falsa, ni telarañas, hay un sentimiento colectivo único. El de entender la muerte como parte de la vida. Y esa es la verdadera fiesta. Igual podemos quitarnos la careta de lo que no somos y celebrarlo, comiendo migas con una Alcázar fresca. ¿Hacemos trato?

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