De Jaén al Edén

    25 abr 2021 / 14:41 H.
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    Al Jaén de estos abriles confinados, no nos traigan más promesas envueltas en celofán usado, porque ya se nota arrugado el envoltorio y hasta el posible regalo. La provincia de Jaén en las primaveras de antaño y hogaño, ya es de por sí un presente natural que nos ha procurado la naturaleza, valga la redundancia, y que no necesita de truhanes obsequiosos. Esto no es orgullo de aborigen asilvestrado, sino prejuicio tenaz y sostenido de cualquier escarmentado jiennense. Traigan a esta tierra los inciertos bienhechores, tangibles beneficios, útiles sólidos para afrontar un futuro sostenible, herramientas para innovar y potenciar los recursos que están ahí, latentes pero sin revelar, ni potenciar. Traigan realidades materiales, aunque sean mundanas, triviales, esas cosas tan despreciables de las que tanto se alardea en los foros de economía internacional, en los mercados confusos con dueños difusos, acerquen sus gravosos fondos monetarios, no se preocupen, ya si eso, en un momento dado, nos afanaremos con la pasión que nos caracteriza en revestirlos de poesía, no se inquieten, trabajamos los versos sin comisión, y nos tocamos satisfechos el triángulo de las Bermudas cuando el cuerpo lo requiere, sin ningún tipo de especulación. Dejen sus montones de billetes impolutos en nuestras humildes alforjas, y regresen ávidos, sin probar bocado siquiera, henchidos de belleza, a sus cubiles de esforzados emprendedores, acaban ustedes de contemplar con privilegio de reyes, el edén de los olivos, y eso no tiene precio, así que, zumbando, y pagando por olivo contemplado. Es muy de agradecer que a estos campos de tantos siglos y trabajos, los reconozcan como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, suena muy bien, hasta enternece y hace olvidar los sinsabores de tanta gente, pero no nos engañemos, a los títulos por lo general se les pone un marco y tarde o temprano acaban en el trastero. La realidad es que el paraíso se está vaciando, los ángeles mantenedores están en un paro celestial, o lo que es lo mismo, en el infernal trabajo del desempleo, que aquellos dioses creadores nunca lo fueron, y que de chuminadas de profetas, las precisas. Entonces tan solo cabe conjeturar que para sustentar el ámbito edénico se necesitan muchos “euróleos”, para el pan, el techo, la educación y demás nimiedades, porque de flores, aguas y amores estamos gozosamente servidos. Ahora precisamos los hechos antes que los pertrechos, y con cierta premura, por causa de frustraciones recurrentes, requerimos la obra ejecutada sin más alharacas, que el proyecto adornado de hojarasca, que cualquier viento traidor nos puede arrebatar. De Jaén al edén puede ser una pretensión utópica, o la abrumadora evidencia de que ya nos vemos muertos en un paraíso yermo. Vamos a respetarnos sabiendo cribar los desprecios, los olvidos, los intereses cicateros y las migajas de los políticos limosneros.

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