De héroes y héroas

27 may 2024 / 08:57 H.
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Lo de héroes y héroAs —con perdón de la RAE y salvadas sus sesudas reglas genéricas— viene a ser como lo de zorros y zorras: los “ellOs” fueron tenidos inmemorialmente como criaturas sagaces y avispadas, dispuestas a partirse la crisma con quien fuera, y a matarse por lo que fuera, y provistos de cartilla militar con cierre inapelable para “el mando”: “valor, se le supone”, lo que los convertía en dignos de la mayor consideración por el simple hecho del colgante fruto inguinal.

Las “ellAs” eran harina de otro costal —y recuérdenme contarles alguna vez de dónde viene la excluyente frasecilla en cuestión de ser “harina de otro costal”—. Ahora, volviendo a las “ellAs”, no me negarán que está sobradamente documentada su consideración como incapaces de otra cosa que no fuera el expresado en el carné de identidad al uso: las inespecíficas y siempre sospechosas “labores-propias-de-su-sexo”. O, en caso de duda sobre sus desquerencias del hogar, lisa y llanamente, putas.

Por cierto, permítaseme el inciso de aportar mi propia definición de puta, con perdón de las idem. Puta: “producto” de carne y hueso, de rentabilidad garantizada para terceros, de uso clandestino y abuso temporal intermitente, sin cuya demanda machirula se acabaría el puterío”.

Reducido el asunto a tan aparente y personalísima trivialidad, pongo en relación lo enunciado con lo insinuado para afirmar que, si a lo largo y ancho de la historia hay más héroes que “héroAs”, es porque, a lo largo y ancho de tal historia, incluida la más próxima a nosotras, no parece que estuviera bien visto que una “aspiranta” a la heroicidad (como —un poner— esa agente que usa tricornio y viste de “Verde-GuardiaCivil”) pretendiera salir de los fogones sin escuchar a su espalda la tilde sambenitera. Más impensable aún era que tan “Benemérito Cuerpo” admitiera en sus filas, más o menos prietas1, a mozas públicas “desertoras de los mandiles”, por mucho que a los ellOs los tildaran por entonces de “desertores del arado”. Haberlas, húbolas, —me refiero a las “héroAs”—; como, hablando de meigas, haberlas dicen que hailas en Galicia, y más concretamente en la célebre Fraga de Cecebre, que hay que ser muy héroO para atravesarla, si no es con el alma en vilo, el bozo hirsuto y el ánimo en un ay. Y si no me creen, —lo de las héroAs, digo—que me digan a mí cómo hay que calificar, —un poner—, a la gabacha Juana de Arco, a la Pola colombiana, o a nuestras “productAs” nacionales, Agustina de Aragón o Mariana Pineda. Pero, claro: es que, ovarudas —que no cojonudas— donde las haya, a ellas les importaba tres pitos que las llamaran zorras por el simple hecho de abandonar sus encomiendas domiciliarias, o sus ancestrales tareas de desollar conejos, para echarse a la calle a gritar “NO-sin-nosotras”, como ahora se oye, incluida la luminaria, la orquestación vocinglera y el acompañamiento coreográfico: ¡Zorra, zorra, zorra!

¡Cómo han cambiado los tiempos! In illo témpore, en mi pueblo se consideraba a la vulpes un animal tan dañino, que hasta pagaban unos dineros por la entrega de un hopo rabero en el cuartelillo de la Guardia Civil. Hoy, a Dios gracias, ni el Cuerpo de la Guardia Civil es tan cerril como para privarse de la igualdad inclusiva, ni las “GuardiAs CivilAs” tienen la obligación reglamentaria de llevar las patitas al aire, colgando del bajo de falditas-tubo, y rematadas en zapatos de tacón medido al milímetro.

Ni las zorras son “zorras”, ni las “zorras” son “productos” de carne y hueso que cotizan al alza para un puñado de “accionistas” tratantes de gana’o.

¡Ah! Lo de las héroAs, ¿no? Las de siempre, aunque no se les permitiera la entrada oficial en calzones de machos... ¡Las EllAs! Las encontrarán en cualquier esquina de nuestros pueblos, dispuestas a seguir siendo aquello para lo que en este país ha sido la mayor heroicidad: ¡Mujeres!

La diferencia está en que, mientras ellOs machacaron durante demasiado tiempo con lo de “CON-vosotrAs, NO”, nosotrAs no nos cansaremos de gritar: NO SIN vosotrOs.

1PRIETAS LAS FILAS fue una canción recogida en el Cancionero “Himnos y Canciones” en 1942, adoptada como himno por El Frente de Juventudes durante el periodo franquista, de cuya letra fue autor J. Villanueva y la música de A, Cabañas.

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