De aquel fango, estos barros

Su propio fango mutó en las bolas de barro que los recibieron. El sábado, mientras más de cien mil voluntarios seguían limpiando calles, otros tantos en el centro, con zapatos limpios, hacían del presidente Mazón chivo expiatorio; así es la política. ¿Culpables? Nadie se salva: quienes derribaron las presas de los cauces; los que toleraron el urbanismo feroz que colocaba edificaciones en zonas inundables y cursos de agua; quienes desde la última riada no buscaron remedio como hace 60 años, que desviaron el cauce del Turia, lo que ha salvado a Valencia; los legisladores que olvidan las leyes de la física y repartieron alegremente competencias con las regiones como si fueran cromos, complicando algo tan simple como que solo quien tiene los medios, el Estado y sus órganos, autonomías incluidas, ostenta el mando único en las catástrofes. Los responsables son los partidos y sus listas cerradas que forman gobiernos diseñados para esparcir ideología y no saben tomar decisiones urgentes en las dificultades. Ejército, fuerzas de seguridad, bomberos y sanitarios, si los dejan, sí están capacitados para afrontar estos problemas, sin olvidar a la buena gente solidaria que nunca falla. Unos por otros...