Cultura en libertad

    13 mar 2021 / 16:43 H.
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    El seísmo político que se originó en la región de Murcia la semana pasada ha vuelto a poner en entredicho esa manera tan particular que tienen algunos políticos, cuando gestionan con más eficacia su supervivencia partidista, que los deberes del cargo para los que han sido electoralmente elegidos. Viene de serie esa pésima costumbre en nuestra democracia, y desde aquel “puedo prometer y prometo”, hasta el “una taza es una taza y un plato un plato”, hemos oído tantas estupideces, excusas y mentiras, como para no darnos cuenta que la necedad en la política, es hereditaria y está muy extendida. No faltan razones para el desencanto, si además de la que nos cae, tenemos que tragar con la corrupción sistemática de algunos presuntos, de uno u otro partido. Tampoco sobran motivos para la desconfianza, cuando vemos que la lectura ideológica de un partido pasa a ser del marketing y los politólogos de turno. La política está mal vista, el partido ahora se gana o se pierde en los medios, en las redes sociales y en lo que entretiene a la gente. La ideología ahora es el consumo, la imagen una religión, y la necedad nuestra cultura.

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