Cuidémonos

    30 mar 2020 / 16:30 H.
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    Una vez pasado el periodo de shock inicial, en el que todos hemos pensado que ojalá fuera un mal sueño, la realidad es que la forma de vivir esta situación actual también depende mucho de las características familiares en las que nos toque pasar el confinamiento. Esta crisis pone el foco en la fragilidad del ser humano, y lamentarse sirve de bien poco; en una familia donde hay niños confinados somos los adultos los que no debemos perder la calma para proyectar tranquilidad, serenidad y la idea de que todo está controlado; los niños nos miran, les servimos de guía y somos su figura de seguridad. Enfatizar el autocontrol paterno es fundamental. El buen trato, las maneras y las modos en las que nos comunicamos con nuestra pareja y con nuestros hijos es primordial; no ya sólo el mensaje que queremos transmitir, sino el cómo vamos a transmitir dicho mensaje. Debemos evitar introducir más tensión en nuestros hogares; no son necesarios los padres estimuladores que obliguen a hacer mil tareas con sus hijos; sino que se precisa en este momento progenitores calmados, dueños de sí mismos, amables y que estimulen las emociones de sus hijos para ayudarles a entender y saber gestionar mejor sus sentimientos y su mundo interior para comprender el mundo en que nos ha tocado vivir.

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