Cuidar el sur para no perder nuestro norte

14 oct 2016 / 11:39 H.

Pedaleaba sin alardes, con trote de gregario malo, entre Huelga Utrera y el pantano de Anchuricas, entre paisajes a los que esta crónica no podrá hacer justicia. Sombra fresca de pinos majestuosos, silencio natural, la mejor compañía. El otoño llega caprichoso a algunos árboles y dibuja postales a su antojo. El verde aún enérgico, mezclado con el amarillo y algún tono cobrizo que preludia la vuelta a la tierra. El rumor de la fuerza del agua que dicta su curso y sus propias leyes para recordar quien manda aquí. Tiene esta sierra roja la madera de esos grandes actores secundarios que no necesitan nombres de relumbrón, focos para brillar. Es capaz de viajar por el mundo, llegar a mares lejanos, siempre con el viento de cara.

Así, con la naturalidad del que tiene un don, Segura labora feliz en su paraíso. Consciente, no obstante, que mientras unos desfilamos por esta pasarela natural, otros, en Los Anchos, por ejemplo, se afanan para tener la bodega llena de leña para un invierno de verdad, sin tonterías. Estamos en el término municipal de Santiago-Pontones, palabras mayores. Estos escenarios son espectaculares, pero no son de cartón piedra, son duros, en constante cambio y cincelan el carácter. Esos escalones que suben al cielo de Jaén divisan una tierra rica, de grandes contrastes. Lo saben bien las rapaces que nos acompañan con su vuelo. Una necesaria parada en el camino, en la aldea de La Toba, para reponer fuerzas con un par de tapas, algún sabio consejo y ver nacer el río Segura entre tus manos. Así, con nobleza y generosidad, como es Jaén. Sin dar importancia a lo que se tiene y a lo que se da. Somos como el Guadalquivir, siempre dispuesto a hacer grandes a otros. Generosos por naturaleza.

Reanudamos la marcha, camino de Segura de la Sierra. En pleno corazón de Jaén es fácil divagar, dejarse llevar entre curva y curva. Pienso en todo lo bueno de esta tierra sin saber que acabaría escrito. Patrimonio intangible y del que se puede cuantificar. Y en un atajo mental me detengo en el “legado personal” de este cuarentón de Alcalá, la Real. Son dos buenas fincas, de riego por goteo. David y Nacho se llaman. Nacidos y criados en el Santo Reino. Son dos olivos jóvenes que, aunque aún no lo sepan, tienen la suerte de tener las raíces aquí.

A ellos espero dejarles una buena herencia de experiencias, de saber amar lo propio, de orgullo bien entendido. Para que siempre tengan argumentos para defender su trozo de sur y no les pase como aquel poeta acomplejado.

De “Jaén, la frontera insomne”, escribía Salvador Compán el episodio de la reina Isabel II que hizo parada obligada y fugaz en esta tierra durante una visita a Andalucía y como el poeta del momento perpetró este lamentable recibimiento: “La provincia de Jaén felicita a su majestad y alteza por su dichoso arribo al límite de su territorio. Menos bella que las demás provincias andaluzas, es hoy la más afortunada por ser la primera que tiene el honor de saludar a su reina...”.

Irremediable añadir, sin sutilezas, que le den a la reina, a aquella y a tantos otros gobernantes que minusvaloraron y aún lo hacen a este pueblo sin que su deslealtad les pase factura. Que reciban, igualmente, su porción todos aquellos que nacen con vocación de súbditos; siempre dispuestos a no levantar la voz por mayor que sea el agravio. Que le den también a todos los malditos poetas que solo pretenden agradar al poderoso. Bufones de aquella y de esta época.

A todos los alejaba del camino de esta tierra de frontera, no son dignos de preservar esta historia, ni defender sus fortalezas, sus virtudes. Que revienten como el lagarto de Jaén. Los demás tenemos que defender con celo nuestro patrimonio, cada uno desde su trinchera, que en esta lucha no hay atalayas más altas ni más importantes que otras.

No olvidemos que solo cuidando nuestro sur no perderemos el norte. Dedicado a los que estamos, a los que quieren volver y a los que estando lejos, siempre están aquí. Y como recita el Nano, el primo catalán de Sabina:

“A vivir que son dos sílabas”.