Cuestión de normas

10 ago 2019 / 11:27 H.

No hace muchos meses, llevaba a cabo, este que les escribe, una investigación acerca de comportamientos adquiridos en lo que se refiere a la utilización de nuestra lengua, que proviene del latín y que, debido a razones históricas, sociales, culturales y un largo etcétera más, se impuso a las demás lenguas romances del resto de la península.

Pues bien, el experimento consistía en ir a un centro comercial muy conocido en Jaén y solicitar allí un producto determinado empleando lo que se presupone un correcto uso del español; sin embargo, resulta curioso cómo el hablante de nuestro idioma ha ido desvirtuando su propia lengua en favor del inglés. Fíjense: lo primero que hice fue dirigirme a una amable empleada y decirle: “Perdón, señora, estoy buscando un disco compacto y desconozco su ubicación dentro de la tienda”. La chica, extrañada, me contestó, respondiendo a su vez: “¿Dice usted un disco compacto?”. Ante tal respuesta, intenté ser más preciso, siempre utilizando, insisto, el español, pero en esta segunda ocasión de una manera más concreta: “Sí, sí, un ‘dc’, un disco compacto”.

A renglón seguido, la empleada pareció mirar unos papeles que estaban al lado de la caja registradora y acabó por facilitarme su ubicación: “Tiene usted que ir a la tercera planta, a bricolaje”. Pero, después de analizar su respuesta, llegué a una tercera fase, la de especificación: “Perdón, yo lo que busco es un disco compacto musical, un ‘dc’”. Ahí fue exactamente cuando la encantadora muchacha comenzó a reír. Debió de tomarme, seguramente, por un viajero del tiempo, pero del pasado, que, de manera fortuita, había aterrizado en una era más allá de lo digital o algo similar, porque ella, muy segura de su capacidad para enmendar mi petición, no tardó en aclararme, a modo de explicación: “Ah, bueno, pero hombre, me dice usted un disco compacto y pensé que se estaba refiriendo a los discos que se utilizan para cortar baldosas. Usted, por lo que me pregunta, es por la sección de los compact discs, pero su nombre es ‘cd’, no ‘dc’. Lo ha dicho al revés”, y comenzó de nuevo a reírse. Le di las gracias y le dije que, efectivamente, era eso, exactamente, por lo que preguntaba, pero que, sin embargo, yo había optado por usar el español correcto y que ella me entendía, solo, en un correcto... ¡inglés! A este punto hemos llegado.