Cuentos chinos alcalaínos (XIII)
El 1 de abril es un día de esos que no sabemos si reír o llorar. Salimos de un aletargado invierno, donde de pronto explosiona en nuestra cara la luz, los olores de las flores y el canto de los pájaros. Parece querer convencernos de que la vida es bella. Pero nosotros seguimos en “abril aguas mil”. Nos anquilosamos resistiéndonos al cambio que nos empuja a salir de nuestro “valle de lágrimas”. ¡Oye tú, sí tú! ¡Se acabó! —levántate y lánzate a la calle, quítate las enaguas y sal del brasero—. Ahora el sol te acompaña. Tú y tu sombra compartís los mismos pasos, camino a donde tu quieras poner rumbo a tu vida, eso sí sea donde sea, siempre adelante, nunca mires atrás, el pasado no lo puedes cambiar. Ante ti se presenta un futuro, de ti depende que se convierta en un pasado que no cambiarías. Haz que cada día sea inolvidable. Esta vida merece la pena vivirla. En cada corazón hay dos lados: uno que representa la bondad y la luz, otro que simboliza la oscuridad y la maldad. La lucha entre ellos es constante, pero el que gana es el que alimentamos. Elige siempre nutrir al bueno, y verás cómo iluminas no sólo tu vida, sino también la de quienes te rodean. ¡Ánimo vales mucho, cada día cuenta!