Cuentos chinos alcalaínos (XI)

    05 mar 2025 / 09:11 H.
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    Había una vez en un pequeño pueblo un gallo llamado Rufus. Era el más orgulloso de todos. Cada mañana, se despertaba antes que el sol y cantaba con todas sus fuerzas, convencido de que su canto era el más hermoso del mundo. Se creía el rey del gallinero y no perdía oportunidad de presumir ante los demás animales. Un día, mientras Rufus se pavoneaba, la tortuga Tula se acercó y le dijo: “Rufus, tu canto es bonito, pero no eres el único que tiene talento. Todos en este gallinero tienen algo especial”. Rufus, ofendido, respondió: “¡Yo soy el mejor! Nadie puede cantar como yo”. Sin embargo, un día llegó una tormenta feroz. Los vientos aullaban y la lluvia caía a cántaros. Rufus, asustado, se dio cuenta de que su canto no podía protegerlo. Mientras todos los demás animales se refugiaban en sus casas, él se quedó solo, temblando de miedo. Cuando la tormenta pasó, Rufus comprendió que había sido muy arrogante. Se acercó a Tula y a los demás animales, pidiendo disculpas por no haber valorado sus talentos. Desde ese día, aprendió a apreciar a cada uno de sus amigos y a entender que, aunque él podía cantar, cada uno tenía su propia habilidad. Moraleja: la humildad y el respeto por los demás son más valiosos que la arrogancia. Todos tenemos algo que aportar.



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