Cuarto Pilar

    10 feb 2024 / 09:50 H.
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    Los hombres tenemos la responsabilidad de asumir de una vez para siempre la mitad de las tareas de cuidados en nuestros hogares. Cuando hablamos del Cuarto Pilar del Estado de Bienestar estamos hablando de la liberación de la mujer y del reparto de la riqueza, algo imprescindible para mejorar el bienestar de las familias españolas y de nuestra sociedad en su conjunto. Los países que muestran los mejores indicadores de calidad de vida, como en el norte de Europa, son precisamente los mismos que tienen menos desigualdades en cuanto al género o a la clase social. Hay que seguir eliminando las barreras que obstaculizan la igualdad entre hombres y mujeres y la brecha social, y evitar las políticas que contribuyen a reproducir o agravar la desigualdad. Hay que desarrollar servicios públicos de calidad y suficientes para la educación en la primera infancia y para la atención a las personas dependientes estableciendo de una vez por todas este Cuarto Pilar. Y se debe garantizar en el sector público con trabajo estable y con jornadas de trabajo a tiempo completo, pero más cortas, de cinco días y de treinta y cinco horas.

    Hemos avanzado mucho en las dos últimas décadas, pero la pena es que en ámbitos como el de la atención a la dependencia siempre ha faltado financiación. En este sentido estamos en los últimos puestos de los países de Europa Occidental en cuanto a gasto público social dedicado a sufragar los servicios de atención a la dependencia, las escuelas de infancia, los servicios sociales, la sanidad, la educación, la vivienda y otros tantos componentes y dimensiones de nuestro Estado del Bienestar. El Cuarto Pilar fue bautizado así en el norte de Europa pues venía a complementar los otros tres pilares del Estado de Bienestar: el derecho a la sanidad, a la educación y a la jubilación y las pensiones. Venía a complementar estos servicios con el derecho universal e individual de ayuda a las familias, incluyendo los servicios de atención a las personas dependientes y las escuelas de infancia desde los cero años, precisamente los menos financiados y los menos desarrollados en nuestro país, y una de las mayores causas de ese poco desarrollo es el escaso poder que tienen las mujeres en España. El poco desarrollo de los servicios de dependencia y de educación a la primera infancia se traduce para las mujeres en nuestro país en una extraordinaria sobrecarga de trabajo al cuidado de sus niños y de las personas en situación de dependencia en su ámbito familiar. Vivimos en un país con un enorme subdesarrollo de los servicios de ayuda a las familias y las consecuencias de estas carencias y limitaciones son enormes. No solo encontramos en nuestro país más de ochocientas mil personas dependientes a las que no les llega un servicio de atención público, sino que también se queda muy corta la población atendida pues únicamente un seis por ciento de las personas dependientes que reciben atención domiciliaria la tienen más de veinte horas a la semana.

    No se dedican los recursos necesarios y hay una carencia enorme de personal, sobre todo, en los servicios de este Cuarto Pilar. En la atención a la dependencia gastamos cuatro veces menos que algunos países del norte de Europa y en escuelas de infancia la mitad que estos países. Ya en junio de dos mil veinte se presentaron en las Cortes, ante la Comisión para la reconstrucción social y económica, propuestas por parte del Grupo de Trabajo de Políticas Sociales y Sistema de Cuidados y se indicaba que era totalmente asumible. En un horizonte a diez años se deberían crear medio millón de puestos de trabajo e incrementar la inversión en cuatrocientos ochenta millones de euros al año en atención a la dependencia. En la educación de la primera infancia se deberían duplicar las plazas incrementándolas en cuatrocientas cincuenta mil en cinco años añadiendo un incremento de presupuesto anual de trescientos millones de euros y creando ciento cuarenta y tres mil nuevos puestos de trabajo.

    La situación es angustiosa para muchísimas familias y se podría resolver si hubiera simplemente voluntad política.

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