Cuando te busco...

    30 may 2024 / 09:00 H.
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    Cuando andando recorro los caminos que me llevan a ti, las calles me parecen que andan deprisa, sus pasos y los míos a un mismo compás, dibujan en una alfombra imaginaria las huellas que se hollan dejando las marcas que estampan las pisadas. Es como si quisieran ayudarte a transitar por ellas para no perder la emoción y te llevan de la mano para que el ritmo de tus pies siga escribiendo notas en el pentagrama de su trazado. O como si te animaran a recorrerlas, porque saben que vas hacia el lugar donde la naturaleza guarda un espacio diferente, donde el silencio se vuelve melodía y la música se hace poesía en ese rincón plateado y verde, donde los pies descansan en un tapiz de arena, cuando un susurro de oraciones, se integran perfectamente sin llamar la atención, y sin romper la armónica belleza que lo guarda.

    Cuando te busco el pulso se acelera y hay un no sé qué latiendo diferente, todo se transforma cuando voy a buscarte, a encontrarme contigo, acelerando el paso como si el tiempo impidiera llegar a tu sonrisa.

    Cuando te busco imagino tu suelo en el vuelo de un águila y veo un manto de verdes bodoques con un diseño espectacular donde en medio estás tú, como un refugio santo, como el lugar donde vive el amparo, donde mana el consuelo.

    Donde la tierra se vuelve melodía, donde un jardín natural pinta de colores el suelo que te orna, el espacio se ha llenado de versos que se extienden entre las estrofas azules y el claro sol que alumbra tu morada.

    Para llegar a ti hay que alcanzar lo más profundo del camino, aproximándose al nivel más hondo y dejar de verte, sintiendo allí la cercanía de tu mirada, sabiendo que ascendiendo a la siguiente altura tus árboles revelan la proximidad de tu consuelo, el dul-ce palpitar de tu ternura. Hay que descender para poder hallarte, como si hubiéramos de adentrarnos en nuestro interior y allí coger fuerzas y seguir caminando poder conquistar la próxima etapa avanzando, hasta ver la campana que corona tu elevada espadaña, que permanece en silencio, sin palabras, sin esa música suya que se escucha desde la lejanía. Y después poder ver tu imagen pequeñita, saber que estás ahí cuando te busco y me encuentro contigo. Cuando te busco en el latido azul de los sentidos...

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