Cuando el monte se quema

21 jun 2022 / 17:26 H.
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La visión de una densa nube roja de humo y cenizas al atardecer, que viniendo desde Sierra Bermeja ha cubierto el cielo sobre Marbella y todo el horizonte hacia el mar Mediterráneo me ha alarmado, y una vez que he comprobado que procede de un incendio forestal he sentido la necesidad de escribir este artículo. Por desgracia tengo que decir que en este caso llueve sobre mojado, dicho fuego puede tener mucho que ver con el que hace diez meses calcinó miles de hectáreas en esos mismos parajes, pues el incendio actual justo ha comenzado en los límites donde fue detenido el anterior. En septiembre pasado, en Jubrique, Pujerra y norte de Estepona desaparecieron pinos, alcornoques, castaños y todo rastro de vida, quedaron arruinadas muchas familias y las posibilidades de trabajo de otras tantas, la sierra quedó arrasada, siendo aquello fue un desastre ecológico de gran magnitud. Mucho me temo que hay alguna mano negra que inicia esas acciones tan bárbaras y que alguien se quiere beneficiar de ese desastre. Espero que esta vez sea identificado el autor, al que es necesario atrapar, juzgar y poner a buen recaudo. Sería muy importante que esto sucediese a la mayor brevedad posible para que los lugareños recuperen la calma y sobre todo para detener esta cadena de incendios que son un atentado a la vida y una agresión intolerable al paisaje y el medio ambiente. Por supuesto, si hay intereses oscuros detrás, sería muy de agradecer que no se autorice construir nada en todo el territorio afectado por los incendios.

La causa podría ser también algún descuido y en ese caso, habría que recordar que es necesario extremar las precauciones en todo momento y en especial en esta época del año. En cualquier caso, las autoridades deberían cuidar más los montes, roturando franjas de terreno amplias para que actúen de cortafuegos, y por supuesto intensificando la vigilancia por medio de los guardas forestales, especie humana que parece ser que está en riesgo de extinción quizás porque el dinero de los impuestos se gasta más en colocar amiguetes y crear ministerios inútiles que en hacer los deberes básicos en todas las áreas, incluida la forestal. Estamos de nuevo a las puertas del verano y el calor aprieta mucho agostando los campos antes de tiempo. De hecho, desde hace ya varios años se puede decir que la primavera comienza en febrero y el verano en mayo. El cambio climático es una realidad en la que el planeta está inmerso y de la que se derivarán consecuencias irreversibles si no acertamos a encontrar la mejor manera de detenerlo y colaboramos todos los humanos para conseguirlo en el plazo de tiempo más breve posible. Por desgracia para todos, la forma en la que nos relacionamos con la naturaleza no es sostenible puesto que las sociedades más desarrolladas, necesitan consumir recursos de forma continua, en especial aquellos que son más escasos, requieren más energía para ser producidos y en cuyo proceso de elaboración, transporte y distribución se generan los residuos más contaminantes. Toda esta problemática, no solo debería tratarse a nivel global como de hecho ya viene sucediendo en las sucesivas cumbres sobre el cambio climático que se celebran una y otra vez y en las que se emiten recomendaciones y planes de acción que poca o ninguna eficacia tienen ya que no existe un poder global con fuerza suficiente como para imponer su cumplimiento, y mientras ese poder no exista y lo acepten todas las naciones estamos condenados a ver cómo se deteriora la naturaleza y las posibilidades de vida en el planeta hasta que algún día lleguemos a hacerlo inhabitable para la mayoría de los seres vivos. Si comprendemos esto creo que todos estaremos de acuerdo en que algo nuevo y radicalmente efectivo hay que hacer y esa tarea nos concierne a todos.

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