Crónicas desde Madrid

11 jun 2019 / 12:13 H.

Eran las dos de la tarde con un sol asfixiante en mitad de la Gran Vía madrileña. Junto a una silla de ruedas vieja un hombre sentado al sol en el suelo, le faltaba un brazo. Solicitaba ayuda para subirse la silla. En esta en un cartel figuraba escrito: “Soy enfermo de SIDA”. Nadie le hacía caso, desde la azotea del lujoso restaurante del Círculo de Bellas Artes, las personas podían ver la escena. Siguió siendo transparente hasta que otro indigente con esfuerzo pudo ayudarle. ¿Cuál es el dilema o la razón que permite estas situaciones? El ruido de los medios, el volumen de información dirigida que generan, solo nos deja y prácticamente nos obliga a prestar atención a los conflictos y los dilemas de la política y a quienes la gestionan. Entre tanto, perdemos la atención hacia lo real y significativo para cada persona, nuestra historia siempre resulta transparente. Ocurre por la repetición de lo cotidiano, o de aquello que queremos ver como lo cotidiano. Lo asimilamos como si fuera un hecho natural. A las personas nos motiva la novedad. Esta satisface nuestra curiosidad de seguir creyendo que así nos distinguimos; manejar información a la que otra persona no haya accedido nos hace sentirnos diferentes. Con notoriedad frente al resto de las personas que configuran el entorno en el que vivimos. Es el valor del “twist”, nos auto-representamos como profesionales del periodismo dándole credibilidad a lo que creemos ver o interpretar lo que vemos, sin las herramientas conceptuales adecuadas. Creamos corriente de opinión pudiendo llegar a mantener nuestro error por tiempo indefinido por no reconocerlo. Solo nos reafirma hacer ver que tenemos razón, no que la tengamos. Sabido es lo complejo que resulta poder lograr que se visualice cualquier acción que se genere en esta provincia fuera de ella. Nos reconocemos entre nosotros, pero es difícil lógralo fuera. Y da igual si eres una excelente profesional, tu apellido es tu origen geográfico y a partir de ahí te muestran interés, visualizan y escuchan. Nadie como las personas de esta provincia para saber qué es sentirse transparente a los ojos de los demás, cuando acceder a un tren de segundo nivel depende de la necesidad de una capital cercana y cuando su necesidad desaparece pasamos a ser nuevamente transparentes. ¿Por qué no reconocer a profetas en nuestra tierra? Personas que luchan por cambiar la razón de quienes no nos visibilizan. Será porque nos empeñamos en creer que vivimos en un desierto y no sirve de nada predicar en él. ¿Por qué no mantener una actitud de incorporar a nuestra identidad todo aquello resultado del esfuerzo para que se vea el trabajo de esta provincia en el resto de España y en el mundo? Son los esfuerzos los que nos ponen el marco para poder ser admirados. Para exigir no se puede universalizar la queja, hay que compartir los éxitos y aportes resto de la sociedad. ¿Cómo es posible que la Universidad Jaén haga transparente con su desinterés todo el trabajo realizado desde hace más de seis años en la Semana de la Accesibilidad de Madrid —MAW— que se organiza y realiza en Madrid por el equipo de la catedrática doña Yolanda de la Fuente, trabajo que visibiliza a la provincia y su Universidad en un contexto académico e investigador tan competitivo como la Diversidad funcional, siendo su trabajo reconocido en España y América?