Otoño eterno

Estamos en tiempos de crisis, una crisis económica, pero también de los valores que sustentaron a occidente como un espacio de progreso, libertad y justicia. Las crisis son parte incondicional del modelo económico capitalista, que las utiliza para autorregularse, pero ahora mismo hay varios componentes que lo complican todo, fundamentalmente que la gente y los políticos que gestionan y administran viven en una desafección y desconocimiento enorme. En un país como España, donde lavamos la ropa separando por colores y donde todo está cogido con pinzas, es obvio que no tenemos una estructura social e institucional para aguantar los precios que se nos vienen encima, si a esto le sumamos que la clase media es por definición egoísta e insolidaria (es capaz de dar 20 litros de leche para Ucrania pero no puede dar un 0,7 de su sueldo para que se acabe la brecha con los de un poco más abajo...), es obvio que está servido el plan infinito de la derecha bien pensante: cualquier tiempo pasado con ellos será mejor para el futuro. Por ello, a nadie engañamos si decimos que, con estos mimbres, el oxímoron ideológico, y con lo que se nos viene encima, guerra fría y un intento de doblegar a China, este será lo más parecido al último verano antes de un otoño eterno.