CR7: “El bicho sexual”

06 ago 2022 / 16:00 H.
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Cuando a mediados de julio los programas deportivos radiofónicos casi daban por seguro el fichaje de Cristiano Ronaldo por el Atlético, en una encuesta realizada por la Ser, un aficionado dijo: “Es bueno que venga al Atleti un “Bicho sexual”. Lo de “Bicho” es el apodo que Manolo Lama puso a Cristiano Ronaldo durante la narración de los partidos, pero lo de “sexual” es una extraña aportación de ese hincha. Cristiano ha protagonizado lo que antes se llamaba “la serpiente de verano”, es decir, la noticia que cubre la ausencia de noticias en época estival. El frustrado fichaje de Mbappé por el Madrid dejó un vacío en la portada de los diarios deportivos, la llegada de Lewandowski al Barça tras activarse las milagrosas palancas de Laporta fastidia al madridismo, y Ronaldo juega ahora el papel de telonero en medio del carrusel de millones del fútbol europeo. Es consustancial a lo humano, al discurso privado o público, a la lengua misma, el ir deslizando otro discurso por debajo del explícito. Cristiano Ronaldo anhela disputar la Champions para superar o igualar récords personales, y el Manchester United, su actual club, jugará la Europa League, un torneo menor, y Ronaldo apura ya su gloria futbolística, porque no es que el tiempo nos alcance, como sostiene Alfonso Guerra en un sensacional libro, sino que las personas, con el paso de los años, se ubican en el futuro, en su futuro, que es lo que le ocurre a los viejos, y hay mucho hacia atrás, en el pasado, pero poco por delante. Los jóvenes sí viven en el presente.

Ronaldo, decíamos. Beyoncé, que acaba de sacar disco, ha manifestado: “Soy única, soy la número uno, no pierdas el tiempo compitiendo conmigo”. Dicen que Cristiano Ronaldo piensa de ese modo, más o menos, que es egoísta, que no piensa en el equipo sino en sus goles y en su gloria personal. Pero Cristiano es un deportista que cada día se ha visto obligado a superarse a sí mismo. En principio para huir de la pobreza de su pueblo portugués junto a su madre, a la que siempre ha llevado con él, como las folklóricas. Y, posteriormente, cada Balón de Oro ganado ha supuesto un duelo a vida o muerte con Leo Messi, jugador con muchas más cualidades futbolísticas innatas. Cristiano Ronaldo ha trabajado a vida o muerte cada día para convertirse en Cristiano Ronaldo. Azorín dijo que la literatura está en el adjetivo. Cristiano Ronaldo siempre fue consciente de que el fútbol se alimenta del gol. Por eso Ronaldo adoptó como finalidad última de su vida el gol, y nada o poco importan el dinero, los hoteles propios, los negocios, o aquella modelazo perdida ahora en la memoria y en el papel couché de las revistas rosas, nada importa, decíamos, sin el gol. Y ha de ser un gol de Champions.

Cristiano Ronaldo es el mayor anotador de la historia del Madrid. Un ídolo en el imaginario blanco. Hubiera resultado sensacional —hasta el 31 de agosto es posible— ver a Cristiano vistiendo la camiseta rojiblanca del Atlético, el 7 a la espalda, y quizás diciendo, como hacen tantos truhanes del balompié el día de su presentación con un nuevo club, aquello de que su sueño desde niño era jugar en el Atlético, el equipo de su vida. Porque el fútbol es una extraordinaria ficción a la que ponen diariamente un maravilloso guión periodistas como Alfredo Relaño, Santiago Segurola, Manuel Jabois, Ramón Besa, Manuel Carreño, y tantos otros. Y gracias a esa ficción futbolística de remontadas y fichajes imposibles la vida es mejor.

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