Covid-19 en casa

La visión que tenemos de este confinamiento, los que vivimos en los pueblos, es un tanto diferente de los que viven en Madrid o incluso en Jaén. Mi pueblo tiene diez mil habitantes. El abastecimiento viene siendo relativamente bueno. Ponen carne, a los pocos minutos desaparece, reponen tres veces al día, creo. No hay desabastecimiento en ninguna tienda de alimentación de los barrios. El Ayuntamiento está desinfectando las calles, son preferentes los puntos de farmacias, comercios, mercado de abastos, y las zonas de más tránsito peatonal. Hay miedo y preocupación, también esperanza. La Policía Municipal recomienda llevar documentos que acrediten la razón de la movilidad: el certificado de trabajo, pago de autónomos, etcétera. Los aplausos en los balcones se viven con ilusión: máximo apoyo a los sanitarios. Mis vecinos salen con guitarras. Lecturas en casa, televisión... Se percibe ansiedad y más visitas de las debidas al frigorífico. Echamos de menos los bares, esa nuestra segunda casa, las terrazas, cafeterías, churrerías, la cerveza, las tapas. Toca disciplina, cumplamos. Es que como en casa, no se está en ningún sitio.