Control parental

Pero a qué nivel de desconfianza y de enfrentamiento habremos llegado que ya no nos fiamos ni de nosotros mismos! Todo lo que hacemos y decimos tiene que pasar por el tamiz de la censura, no sea que molestemos a los que no opinan como nosotros. Los que nacimos en una dictadura política poco podíamos sospechar que, unos lustros de libertad democrática posterior, tendríamos unas señorías encargadas de dictaminar lo que debemos pensar y lo que podemos o no decir. ¡Ellos son nuestros padres de la patria, los que están legitimados para gobernarnos de por vida y para advertirnos de lo equivocados que estamos si no nos atenemos a sus postulados y a sus decretos! Un verdadero control parental para evitarnos caer en las peligrosas ciénagas de los bulos y de los fangos. La profesión periodística está escandalizada. Nada menos que hasta la ONU han llegado las quejas para denunciar a aquellos comunicadores que no superen una idoneidad política e ideológica. ¿Por qué este sorpresivo afán de controlarlo todo en esta España nuestra? La respuesta tiene poco que ver con los actuales escándalos “democráticos” de Venezuela. Y mucho con pasajeras políticas de amedrentamientos sociales basadas en inconfesables negocios dinerarios, corruptelas y parentescos muy familiares.