Contrariedades

12 ene 2021 / 17:07 H.
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Las personas que vivimos bajo la protección del “estado de bienestar”, entendemos la historia de la humanidad con la misma seguridad. En realidad somos supervivientes de la inestabilidad y la catástrofe. La ruta ha sido lograr satisfacer las necesidades básicas que facilitan el mínimo imprescindible para sentirnos vivas. Ante cualquier dificultad para satisfacerlas percibimos contrariedad. Una situación imprevista que retrasa la consecución de este objetivo. Sin embargo, no todo es imprevisto. Lo es un accidente imprevisto. O una catástrofe en la que no se pueden prever las dimensiones de la situación. La reacción y los medios para abordar las consecuencias no pueden generar contrariedad. Han de ser una respuesta colectiva consciente. Nadie discute que la salud es una necesidad básica ¿por qué se cuestionan el resto? Máxime cuando las necesidades de subsistencia están interconectadas ¿cómo es posible que no se entienda como tal el consumo energético básico? Se debería explicar por qué la energía eléctrica en España fluctúa entre las tres primeras más caras de Europa teniendo en cuenta que se pagan menos impuestos que en los otros dos países que compiten para ser los primeros. Se debería justificar por qué la italiana ENEL terminó comprando la empresa pública de electricidad Endesa por encima de su valor real. Se debería explicar por qué se privatizó en España cuando en Francia, pese a la normativa europea, el estado conserva el 83%. Se debería explicar por qué Gas Natural debió ser apoyado por La Caixa en el intento de su compra para poder hacer frente a la OPA de la alemana E.ON; y por qué la entrada de Acciona impidió la compra por ambas facilitándoselo a la actual dueña. Hubo analistas que vieron un enfrentamiento estratégico entre empresarios con posibles vinculaciones nacionalistas y centralistas. Lo cierto es que si compras caro el sobrecoste te lo paga quien consume. Cualquier persona sabe que la energía es una necesidad-recurso-básica para el desarrollo de modo de vida y la industria. El señor Iglesias debería explicar, más allá de la demanda políticamente interesada de las redes, si cuando criticaba el abuso de mercado de las eléctricas lo hacía desde la demagogia o desde la ignorancia de lo complejo de la gestión de gobierno frente al entramado de leyes que las regulan. La dimensión de una pandemia es impredecible, al igual que una nevada de las características de la acaecida. Seguimos creyendo en la exactitud de la ciencia. Esta trabaja con modelos probabilísticos que indican los distintos escenarios posibles que se darán si coinciden determinadas situaciones. Lo que si espera la ciudadanía es que la clase política reaccione, que auné esfuerzos en lugar de discutir. A no ser que su interés este en representar los intereses reales del mercado bajo el principio de que todo es susceptible ser comercializado. La necesidad. Schopenhauer expresa: “para que unos pocos posean lo superfluo, lo innecesario y lo refinado, para que puedan satisfacer las más ficticias necesidades, se debe contar con la mayor masa disponible de mano de obra”. La neoesclavitud del libre mercado para la satisfacción de las necesidades básicas, la propia persona es la que se fustiga con el látigo para lograr los medios. O como dijo Bush: “No es la contaminación la que amenaza el medio ambiente, sino las impurezas del aire y del agua”.

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