Construcción

30 jun 2020 / 17:07 H.
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Llama la atención el interés por la comida en nuestra cultura. La comida ha sido una obsesión para nuestros mayores. Vivieron la posguerra y la autarquía franquista de la escasez. El éxito de la familia estaba en la mesa. En esta casa no se pasa hambre. La memoria histórica evolucionó en las siguientes generaciones. El interés es comer algo distinto, exclusivo, a lo que los demás no tienen acceso. Lo innovador. El valor está en deconstruir lo habitual. Percibir que algo es ese algo sin serlo. Un traspantajo, lo que no deja de ser un engaño, porque no es real. Así es la gestión política que hace la oposición, defender la dignidad de los muertos haciendo un uso político de los mismos, tratando de apropiarse de las identidades, ideologías e historias de vida de cada fallecido. Exigir una comisión para un pacto de estado en el parlamento porque es transparente con luz y taquígrafos para crispar e insultar en lugar de dialogar, un plató televisivo. Crea audiencias, pero no cambio de ideas. Fideliza a quien ya los cree porque los juzga contundentes. Y es cierto, en deconstruir. Mientras los agentes sociales, desde el pragmatismo moderado, son los que están atentos a lo que debe ser la reconstrucción. La idea de Europa. Universalización de derechos, identidad de una civilización, consenso como motor de desarrollo. La crisis está siendo entendida por la ciudadanía europea como una demanda de más Europa. La ministra González indica que su trabajo es construir consenso en Europa. Esto lo ha comprendido Merkel frente a la anterior crisis. Defender un plan de recuperación mediante el fondo de reconstrucción, enfrentándose a los líderes y grupos políticos que siguen empeñados en una globalización con efectos imprevistos por la dinámica libre de la economía. ¿Les suena esto a algo? Quizás sea más adecuado el concepto de construcción. Reconstruir es unir lo que se ha separado dándole la forma que tenía. Nos quedó pendiente la Europa social y solidaria. Y si la Junta de Andalucía tiene tanto interés en Jaén, como es posible que le quite a su Universidad casi 16 millones de euros, a una de las instituciones que pone en el mapa a esta provincia y es parte de su identidad. Limita su desarrollo considerando el valor instrumental que tiene para esta provincia promocionando y favoreciendo el ascenso de su población en la escalera social. ¿Han calculado el valor añadido que aporta su desarrollo? Es imposible no dudar. En una catástrofe como la actual se entiende que se use la liquidez de quien tenga ahorrado, pero con él, reconociendo reintegrarlo. El ahorro no es acumular dinero sino invertir para poder gastar y realizar obras en el futuro sin generar deudas, es lo que se exige a la autonomía universitaria. Alguien no explica realmente que interés hay detrás. En un momento en el que los servicios públicos son el eje de la recuperación y reconstrucción ¿cómo se plantea debilitarlos? La razón quizás la tenga Varoufakis: “Principalmente es un fracaso de la imaginación colectiva de gente muy brillante... a la hora de entender los riesgos que corre el sistema en su conjunto”. Una tortilla es una tortilla. ¿Fracaso de la imaginación? Más bien política depredadora cuyo fin es destruir. Como la definió el andalusí Ibn Jaldún (siglo XIV) afirmando que el gobernante se desvincula de los gobernados para lograr sus fines propios. En resumen.

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