Un año granítico

Hoy hace exactamente un año que empezó nuestra relación personal, política y cultural con la covid, que pasó de ser una noticia venida de fuera a formar parte de nuestra realidad diaria, hasta el punto de haber transformado nuestra cotidianidad, la economía personal y nacional e incluso la manera de relacionarnos. En lo personal he perdido a mi tío y a mi padre, mis hermanos y mi madre lo han pasado con diferentes circunstancias y no me faltan amigos y compañeros que no hayan vivido lo mismo. Una transformación de lo social muy dura, con una bronca política constante y con soluciones que han pasado por restarnos libertades, o hacernos creer en la medicina más allá de los médicos y sus personalidades. Como metáfora ha sacado lo peor de nuestra sociedad, llena de defectos de fábrica y con muchas piezas desgastadas o mal usadas, y algunas virtudes nacidas de la necesidad. Pero la precariedad y la pobreza han venido para hacernos más débiles en nuestra humanidad, la manipulación de los medios ni se esconde, y los políticos, instituciones sociales y órganos de representación viven en una realidad paralela, mientras tenemos a los maestros empaquetados en ordenadores y a los empresarios huérfanos de poder. Un año muy duro que ha convertido lo virtual en real y la verdad en un disparate.