Conciertos, cultura, ciudad animosa

Una ciudad que prohíbe conciertos a las cinco o a las siete de la tarde en un local de copas no es una ciudad animosa, con ganas de compartir vida >> Si el Ayuntamiento atiende al derecho al descanso debería regular mejor el derecho a disfrutar la calle

20 nov 2016 / 11:34 H.

Hay debates que no tienen término medio y subyacen de la propia identidad humana. El caso culmen es el que confronta libertad con seguridad, que como saben no conjugan bien y a mayor de una, menos de la otra. Ahí seguimos, sin solución y a veces gana la libertad y otras, tras el paso por el Ministerio del Interior de Fernández Díaz y la “ley Mordaza” que aprobó el Gobierno de Rajoy, ahora es menos fácil caminar por la calle con absoluta libertad, que por lo mínimo, expediente y condena. Corren esos vientos ahora, de igual forma que antes corrieron en detrimento de la seguridad para darle una aire distinto a la sociedad. Es cíclico el debate y a veces cae a un lado y otra a otro, depende del Gobierno que se haga cargo. Lo que ya ha dejado de ser cíclico según la autoridad es el deseo de divertirse en la calle, prima el legítimo derecho al descanso.

¿Por qué no hay péndulo en el debate diversión y descanso? Porque el Gobierno es más cercano, es municipal y los alcaldes y concejales tratan a diario con sus conciudadanos, viven donde ellos, forman parte de las asociaciones de madres y padres del colegio y hasta quizá vayan a ver el fútbol juntos. Los gobiernos de Madrid firman decretos y formalizan leyes de obligado cumplimiento, pero viven en su pedestal, alejados del supermercado del barrio o de la cola del autobús. Nadie quiere un concierto en la puerta de su casa, insufrible convivir con la diversión como compañera permanente en un hogar normal, con mayores y con niños, de mayor desesperación. A mayor diversión, menor descanso en el entorno, a silencio en calles y barrios, monotonía y pasmo. Sucede esto en la Jaén última que los alcaldes últimos han echado el cerrojo a los conciertos, que son cultura, que promueven una ciudad animosa y desesosa de ser compartida. Sorprende que no haya cintura (salvo excepciones que campan a sus anchas) y que la Policía Local multe a locales porque hay un concierto a las siete de la tarde, incluso a las cinco, se ha dado el caso. Con todo el respeto al descanso, sentido común, que una ciudad del Sur sin vida en la calle es una ciudad muermo.