Concienciación ciudadana

16 jul 2023 / 08:54 H.
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Ala hora de escribir este artículo ya ha dado comienzo la campaña para las próximas elecciones generales. Es un momento que tiene su particular embrujo para la ciudadanía porque, entre otras cosas, se produce una avalancha de promesas para tratar de convencer al votante entre los vítores, aplausos y saludos afectuosos como si no se hubiesen visto hace años. Es la hora de la presentación de los programas, programas que, por otra parte, son considerados como los documentos menos leídos en el mundo ya que el electorado se deja llevar más por los anuncios de impacto que ofrecen los medios de comunicación, que son entresacados de los diferentes programas, y también, como no, por la personalidad de los candidatos y candidatas que integran las diferentes formaciones políticas y sus trayectorias en el ámbito de la gobernanza. Nos preocupan menos las trayectorias formativas personales de los mismos: quienes son, que han estudiado, a que se dedicaban antes de entrar en la política y cual es su nivel de formación que nos pueda asegurar un mínimo de credibilidad que al fin y al cabo es lo que genera confianza. Con este punto de partida los líderes de los diferentes partidos políticos van cocinando a fuego lento las promesas que son fáciles y cómodas de hacer sobre todo cuando no van acompañadas de un mínimo estudio económico que respalde su implantación ya que en caso contrario, a la oleada de promesas le puede seguir un aluvión de incumplimientos que terminan con el enfado del electorado y su consiguiente frustración algo, por otra parte, a lo ya estamos acostumbrados. En estos momentos de campaña los monederos de los líderes políticos parecen no tener fondo. Lo importante no es lo que se promete sino lo que se cumple porque el verdadero valor de las promesas están en su cumplimiento. El electorado suele valorar los ofrecimientos de los diferentes candidatos sin reflexionar sobre la viabilidad de las promesas. En esta época de grandes proclamas tenemos el deber de informarnos adecuadamente y valorar, sin desprendernos de nuestra posición ideológica, sobre las diferentes promesas que se nos hacen y que tienen que ver con la bajada de impuestos, el pleno empleo, la deuda pública, las mejoras en la financiación autonómica, una educación más equitativa y sin exclusiones, una sanidad sin listas de espera, acceso a la vivienda, las pensiones, la atención a las personas mayores, la violencia de género, la inseguridad ciudadana y un largo e interminable listado de cuestiones que ya de por sí son viejas en la lista porque se repiten de manera continuada en los períodos electorales. Quizás tendríamos que hablar de hipocresía humana en estos períodos electorales porque realmente a la ciudadanía lo que interesa son los problemas reales con los que tenemos que lidiar cada día en nuestras ciudades y que siguen sin resolverse como es el caso de la ciudad de Jaén donde llevamos años sin que nos hagan ni puñetero caso y es ahora cuando se acuerdan de nosotros. Acabamos de salir de unas elecciones municipales, también con gran cantidad de promesas y muchas de ellas podrán cumplirse o no en función de los resultados de las elecciones generales. Las grandes inversiones son de carácter nacional y autonómico y dependeremos de ellas así como de las decisiones políticas a nivel del gobierno de la nación. Son muchas las deudas con Jaén por parte de la administración autonómica y de la administración central con opciones políticas diferentes que no han sido saldadas todavía y la incredulidad planea en una ciudadanía que desea la mejora del territorio con promesas que se cumplan aunque como expresaba, en tono irónico, el profesor Tierno Galván, que conocía muy bien los entresijos de la política, las promesas electorales están para no cumplirse.

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