Con la poetisa Neus Aguado

    22 jul 2022 / 14:06 H.
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    Neus Aguado (Córdoba, 1955) es una escritora, poeta, periodista, traductora y crítica literaria argentina, radicada en Cataluña desde los diez años de edad, ha ejercido el periodismo desde 1973, principalmente la crítica —de teatro, arte y poesía— y artículos de opinión. Entre sus obras tenemos, entre otras: Paseo présbita (1982), Blanco Adamar (1987), Ginebra en bruma rosa (1989), Paraules violeta (1995), Aldebarán (2000), Entre leones (2002), Intimidad de la fiebre (2005). En el desorden de la casa (2006), Tal vez el Tigre (2014).

    Algunos de los poemas que componen Paseo présbita comenzaron a escribirse en 1974 cuando Neus contaba solo con dieciocho años, pero se trata de una obra ciertamente insólita porque su lenguaje no tiene nada de adolescente ni de inmaduro. Su adscripción a la experiencia surreal solo puede concebirse con un amplio acervo de antecedentes culturales y humanos, como indica Manuel Gahete Jurado con “Neus Aguado” en Ars et sapientia, número 25 (2008): /Cada pétalo que el tiempo ha diluido/ llevaba impreso un trozo de quimera. / Un ramillete de miserias de fondo perforado, / un cofre que hacía ascuas en el alma.

    En Entre leones su voz se eleva desde las lindes del cuerpo y se hace oír con los ecos de esa espiritualidad característica de los místicos españoles, en particular de Juan de la Cruz, y también de esa poesía amorosa árabe, como la de Hazn de Córdoba, e incluso la que trasuntan los libros bíblicos /Permite que espigue en tus campos / y que después me tienda a tus pies / como si fuese Ruth, como si fueses Booz/.

    Todas las composiciones del libro Tal vez el tigre, cuyo título alude al poema “The tiger” de William Blake, están formados por versos muy extensos. En un estilo bastante prosaico, Aguado habla en ellos de los temas eternos de la poesía, esto es, el amor, el desamor, el paso del tiempo, escritos con mucha pasión, que no es solo física, sino también espiritual. Este es un libro sin principio ni fin; en todo caso, hay un reinicio. Todo vuelve a empezar en la vida: / Pulverizar el trigo y después amasarlo/ y hornear el pan y barrer la casa y pasear con las ardillas, / y que la luz me siga orientando como hasta ahora/ y proseguir dando vueltas en la rueda de la fortuna / hasta que un radio se destruya en mil astillas/ y me despida más allá del sol y de la noche/. [...]/ Dame la tierra que necesito, / El campo para arar no para morir. /Concédeme después del erial el oasis, / permite que las camellas me proporcionen leche/ y que la miel vuelva otra vez a mis labios y a mis manos. / Dame la tierra que necesito, / no la tumba sino el sosiego del caminante, / ayúdame a preparar el hatillo, / quiero sólo lo esencial ¿no hay mayor pretensión?/ Dame la tierra que necesito, / la surcaré de extremo a extremo/ y las primeras espigas que nazcan las recogeré cual Ruth/ y las ofreceré a quienes buscan un trozo de tierra donde bien morir.

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