Con la poetisa Chantal Maillard

03 may 2021 / 13:01 H.
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Chantal Maillard (Bruselas, 1951) reside en Málaga desde 1963 y, actualmente, también pasa largas temporadas en Barcelona. Doctora en Filosofía y profesora titular de Estética y Teoría de las Artes, hasta el año 2001 impartió docencia en la Universidad de Málaga. Vivió en Benarés, donde se especializó en Filosofía y Religiones Indias. Es autora de Diarios indios y Husos, así como de numerosos ensayos, entre ellos Contra el arte, el más reciente. Considerada «una de las voces poéticas más intensas, honestas y radicales del panorama actual» (M.L. Blanco, El País), como poeta ha publicado, entre otros, los volúmenes Poemas a mi muerte (1994), Conjuros (2001), Lógica borrosa (2002) y, en esta misma colección, Matar a Platón (2004), que obtuvo el Premio Nacional de Poesía 2004, e Hilos (2007) seguido de Cual, que mereció el Premio de la Crítica de Andalucía y el Premio Nacional de la Crítica en 2007. Hainuwele, que en su primera versión apareció en 1990, fue galardonado con el Premio Ricardo Molina. En Ellas tienen la palabra: dos décadas de poesía española de Noni Benegas y Jesús Munárriz se mencionan también los poemarios Semillas para un cuerpo [con Jesús Aguado] (1987) y Jaisalmer (1996). Medea es de 2020.

Escribir, segundo poema del libro Matar a Platón, presenta una forma poemática diferente de la que caracteriza al resto del libro: distensión enumerativa frente a tensión narrativa, profusión anafórica frente a fragmentación textual. Sin divisiones, está apuntalado por la repetición del verbo «escrito» y el sondeo del sentido que posee la acción de la escritura frente al dolor y la muerte. Matar a Platón se convierte ahora en la muerte como tragedia colectiva, mostrada en todo su absurdo. Es una forma de curación que busca asumir un dolor colectivo, ser un ámbito de encuentro con el sufrimiento del otro, un padecer capaz de superar los límites de una cerrada subjetividad y ser «escrito» a la vez desde el padecimiento singular y desde lo que hay en él de condición compartida y común del ser humano, según nos aclara José Luis Fernández Castillo en número 42 Espéculo (UCM): /Escribir/para desescribir/ para desdecir/para reorganizar/ las consciencias y/ que cada una cumpla/ su ceguera/ El espacio de las almas/ ha de guardarse oculto/ En la palabra está el engaño/ escribir pues/ para confundir/ para emborronar/ y, luego, volver a escribir/ en el orden que conviene/ el mundo que hemos aprendido.../.

En su poemario Medea con fragmentos de un largo monólogo, los poemas nos indican el devenir dramático de la protagonista, una medea anciana que dialoga consigo misma sobre el dolor y la culpa de haber matado lo que más quiere. La voz sostenida de la medea ahonda en los prejuicios heredados, los conceptos asimilados, como motivos de su desgarro, llegando al fondo primigenio y ancestral de todas las acciones humanas. El libro propone además de una meditación sobre la culpabilidad femenina, un doloroso proceso de curación.

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