Con la lluvia en las manos

    14 sep 2021 / 16:57 H.
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    Amanece... y la lluvia ha venido a vestir de transparentes besos el claro suspirar de los cristales. Ha dejado en la tierra ese fresco perfume perfumado de sueños, de un suave despertar, cuando los días han volado recorriendo sus pasos en el fugaz calendario de la vida. Jaén lava sus pies con el agua que suena en los negros barrotes de las rejas silentes, dibujando sensaciones de frescas melodías, canta cuando la aurora va pintando de suaves ilusiones los cielos que nubosos coronan la ciudad, y el viento se estremece en sus vetustas calles. Jaén vuelve al color que denota que está llegando ya el final del verano. Cuando avanza septiembre hay un mirar muy dulce a ese Jesús de los descalzos descalzado, que vino a dejar en Jaén una suave mirada de caricias serenas, a donar el consuelo de las penas, a sentir que Jesús nos acompaña en el incierto rumbo de las horas. El Señor de Jaén ha puesto su mirada en sus hijos que sienten cada día ese amor necesario, ese encuentro diario que sostiene sus vidas. Una vela encendida para permanecer fieles a su ternura, a la misericordia de su amor infinito, que jamás abandona. El corazón se rinde a sus bondades, venerando esa imagen bendita, y sin perder el latido de Dios que ha querido plantar su tienda en el fondo de las almas. Jaén se vuelve un niño que se deja mimar por el cariño del verdadero Amor. Se deja conducir en ese palpitar de los sentidos y mirando a esa Madre que llora sus Dolores va buscando el consuelo, cuando la pena ahoga y se viste de negro la aciaga realidad que nos acosa. En Torredonjimeno es una rosa, que aroma el corazón de los devotos, es un cantar que vuela estremecido en un compás de versos, de latidos que cantan. Y Jesús, nuestro Señor, Padre del pueblo, suspirando va las horas posando sus besos infinitos sobre esta ciudad suya, que rinde sus compases a la luz de su aurora. Hay un eco en el canto de la lluvia, hay una marcha que suena en el fondo de nuestros corazones, un cantar en Jaén al Nazareno y a su Madre Dolores. Mientras la lluvia riega con besos los jardines, y se posa en las rosas, en las bellas lantanas y en los blancos jazmines. Ya se alejan los días de verano... y Jaén se despierta con la lluvia en las manos.

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