Comerse una rosca

03 feb 2017 / 11:55 H.

Hoy se celebra la festividad de San Blas, un médico y obispo de Armenia, mártir cristiano fallecido en el año 316. Un santo que cuenta con un gran predicamento y fervor en todo el mundo y es patrón de muchas ciudades españolas. Fue considerado protector de los enfermos de garganta, tras haber salvado a un niño que se ahogaba porque se había tragado una espina de pescado. Esta es la tradición que nos ha quedado y hoy se consumirán miles de las llamadas rosquillas de San Blas para que nos protejan de los atragantes porque, con las actuaciones de nuestros políticos, hay que ver las bolas tan enormes que tenemos que tragar. También se dice que es la fecha más indicada para sembrar ajos, algo que saben muy bien en Jamilena, donde tan buenos ajos se crían. Dice un refrán: “En San Blas siembra ajetes; meterás uno y sacarás siete”. La iglesia de la Magdalena, donde tradicionalmente se bendicen estas rosquillas, estará hoy muy concurrida porque la costumbre no se ha perdido con el paso de los años. Comerse una rosca hoy es muy importante para miles de personas. Para un entrenador de fútbol, comerse una rosca a lo largo de una temporada, es mucho más importante. Es prueba de que su trabajo ha sido correcto y exitoso.

Pero esta regla no es muy exacta, porque aquí tenemos el caso de un entrenador, que está realizando una campaña deprimente y sin embargo está dispuesto a zamparse todas las roscas que tenga a mano, sin atragantarse. Nada importa que un estadio a coro le grite que se vaya. Él tiene su respuesta: “La afición es soberana, pero yo hago lo que me da la gana”. Y ahí está el hombre sin inmutarse, totalmente ajeno al chaparrón que está inundando la bodega de la nave jiennense. Tampoco quiero seguir insistiendo más en este problema que solo se soluciona con dinero.

Y es precisamente lo que le falta al club para haber podido alejar sus males. Es mejor recordar a un exjugador que fue ejemplo de entrega y acierto defendiendo la camisola blanca y que hoy, precisamente, celebra su onomástica: Blas Machado Monje. Ya se sabe que las comparaciones son estúpidas y no las voy a hacer, pero es inevitable que se escape un bostezo nostálgico cuando recuerda uno a esos muchos y grandes jugadores que pasaron por las filas jiennenses. Y puestos a recordar, también quiero felicitar a “mi” Blasito, del Bar París.