Comer o alimentarse

Recuerdo la primera vez que escuché que todos acabaríamos teniendo internet en nuestros teléfonos móviles y que poder consumir películas y series de la manera y en el momento en que quisieras era cuestión de pocos años. Cuando era un chaval tenía que despertarme temprano un sábado para poder ver en la televisión algo que me interesase, al igual que tenía que acudir al videoclub del barrio para alquilar una película o esperar paciente para poder usar el único ordenador de la casa. Hemos avanzado en el aspecto material, por supuesto, pero no estaría tan seguro de que renunciar a los tiempos de espera y a una frustración tan normal sea algo que nos beneficie. Vivimos en una época en la que todo se ha convertido en un servicio, que queremos rápido y desechamos cuando aparece algo no necesariamente mejor sino más nuevo. A mí, que me gustan las librerías de barrio y esperar por lo que quiero, me parece que si la gente se identifica con lo que le gusta y consume, van a perder toda identidad y aprecio personal ya que, si somos lo que comemos, también somos la forma en la que leemos, vemos una película y compartimos nuestras aficiones.