Codicia en pandemia

06 abr 2021 / 09:43 H.
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La cuña publicitaria finalizaba diciendo: “Seguiremos luchando por lo nuestro”. Me llamó la atención al tratarse de información institucional de una localidad con relación a la ejecución de obras presupuestadas en las inversiones autonómicas. Asombra el lenguaje radical impropio de una relación de lealtad institucional. Me chocó conocer que la crítica era en contra del Gobierno que dirige su propio partido, si bien el consejero es de ciudadanos. Somos incapaces de tener coherencia política en los pactos pese a que se reclamen como la esencia de nuestra democracia. Los acuerdos se presentan contranatura solo cuando interesa. El objetivo es ostentar el poder. ¿Para solucionar los problemas a la ciudadanía? ¿Para justificar la maquinaria burocrática de partido? ¿Para mostrar a los electos como tecnogestores de los intereses reales del partido? No, responder solo a sus votantes para que puedan mantener sus puestos electos en el poder. Los intereses de un partido siempre serán parciales frente a la diversidad. Y ahí es donde surge la bondad de que no existan mayorías absolutas. Democracia es reconocer la diversidad de la ciudadanía. Los partidos políticos, en el bipartidismo, todos demócratas con tendencias absolutistas. Codicia por el poder. “El poder pretende el derecho de decir qué es verdad y qué es falso, mostrando su intolerancia hacia el pluralismo, su censura y su persecución” afirmaría Bauman. El valor de una opción de centro radica en reequilibrar el absolutismo partidista, impedir que se trabaje hacia el interior de los partidos. Por eso desean capitalizarla. Nace con la intención de incidir en la gobernanza compartida. En Andalucía siempre ha existido —Partido Andalucista, Ciudadanos— y se ha gobernado sin estridencias. El problema están en los arribistas que se vinculan al partido por beneficio propio, por sueldo y relaciones. Perfectos “actores” con retórica, sin dialéctica. Sin interés por la ciudadanía. Buscan este espacio para no justificar conciencia de clase alguna. Es un fenómeno que debilita a la democracia y del que no está libre ningún otro partido, sindicato o asociación. Sea de la naturaleza que sea. La profilaxis democrática debe ser el rechazo. Mientras ¿quién se ocupa de lo que realmente nos interesa? ¿Cómo es posible no vacunar en días de fiesta? ¿Por qué? ¿Por no pagar horas extras, por no contratar? Nuevamente aparece un dato. La falta de recursos humanos. Ya no recordamos a los rastreadores, nunca fueron suficientes. Las estrategias son válidas si hay quien las ejecute. Es fácil indicar que somos la comunidad con mayor número de vacunados. Lógico somos la comunidad con mayor población. ¿Donde está el interés por informar a la ciudadanía? ¿Cubrir los datos que indican que los contagios nuevamente se disparan tras el intento de salvar la semana santa? Una información positiva amortigua el impacto de la siguiente en sentido contrario. Hay que dejar claro la prioridad en este momento. No se puede dejar de invertir en salud, para invertir en otras cosas, la prioridad son las personas. ¿Se busca salvar vidas o a los inversores que hay tras el mantenimiento del estilo de vida especulando con las vacunas? Nos dejan salir al recreo como a niños pese a la lluvia y luego se nos responsabiliza del resfriado. Hacemos honor a nuestro eslogan: “Spain is different”. Que no hablemos no significa que no pensemos.

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