Cocineras rurales anónimas

    29 sep 2021 / 18:42 H.
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    Tengo que reconocer que durante las últimas semanas estoy viviendo una experiencia gastronómica que nunca podré olvidar. Con el nuevo proyecto de la Cofradía Gastronómica El Dornillo, “Saborea la Sierra Sur”, estamos visitando los diez municipios de la comarca de la Sierra Sur de Jaén para grabar vídeos de los platos de la gastronomía tradicional. Tras unas entrevistas introductorias con los alcaldes y alcaldesas y con los cronistas o investigadores locales, tras la grabación de los lugares con encanto, y tras la presentación de un bodegón con los productos agroalimentarios locales que los visitantes pueden adquirir en cada pueblo, mi buen amigo Pepe Oneto, cocinero y comunicador gastronómico, ayuda a las cocineras, en su mayoría aficionadas, a preparar sus platos. El perfil es el de mujeres mayores con grandes habilidades culinarias que siempre han cocinado en sus hogares y que no han tenido la valoración que realmente se merecen. Son mujeres que han planificado las comidas de las casas, desayunos, almuerzos, meriendas y cenas; normalmente, con poca materia prima, pero con mucha pasión e imaginación. Aunque desgraciadamente suelen ser cocineras que sólo echarán de menos sus familiares y amigos cercanos, forman un rico patrimonio culinario practicado durante varias décadas y son la inspiración de muchos de nuestros cocineros más galardonados. Mi más sincero reconocimiento y homenaje a esas grandes cocineras rurales desconocidas, auténticas transmisoras de la gastronomía tradicional, que hemos tenido la oportunidad de conocer y que nos han hecho disfrutar con sus platos tradicionales. Gracias a Carmen Chica, de Torredelcampo, por sus “papas guisadas con caldo”; a Amparo Zuheros, de Fuensanta, por su “encebollao”; a Josefa Liébana, de Jamilena, por su “cocido con pella”; a Trini López, de Los Villares, por su “pipirrana con orégano”; a Esperanza Peinado, de Valdepeñas de Jaén, por su “cordero a la caldereta”; a Nani Canovaca por sus “habichuelas con papajotes”; a Gertrudis Izquierdo, de Castillo de Locubín, por su “oreganillo”; y a Loli Virgil, de Martos, por sus “migas marteñas”.

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